La Gran Selva
Dedicado a Hampatu, el sapo inca...
Hampatu, el sapo inca, Tecolotl, el búho azteca y Balam, el jaguar maya, se sentaron en la mesa principal del Gran Convite de la Selva americana, y charlaron por largo rato, intentando integrar diferencias ancestrales, en una sola y única misión: Hacer el Gran Mundo Verde universal, donde los animales pudiesen vivir y convivir sin la angustia de la presencia del Hombre Trueno, portador del palo que mata, el Gran Fusil...
-Yo, desde el gran espacio inferior de la selva, donde las hojas y la humedad dan vida a todos los árboles de la selva- dijo Hampatu, el sapo inca –puedo observar que todo va cediendo ante la presencia y la destrucción del Hombre Trueno. Los grandes ríos, donde vive Cem, el cocodrilo, donde habita Lire, el pez anguila, se están secando. – Mi pariente cercana, Cariz, la rana, ha perdido muchas veces a Cariz-as, sus renacuajos, por la gran sequía. Cantil, la serpiente, ya no encuentra cuevas húmedas para cobijarse y Rem el armadillo, se muere de calor en su coraza...
-Verdad es, dijo Tecolotl, el búho azteca. Desde lo alto de los árboles ya no oigo el canto de Pitzl, el ruiseñor, capturado por Hombre Trueno para enjaularlo. Guaca, el guacamayo, no encuentra corozo qué comer y también lo captura el Hombre Trueno. Mico, el mono araña, no tiene fruta y, con el palo que mata, el Hombre asesina a su hembra para quitarle a Mico-as, su criatura. Por la noche no veo ya a Lutz, la luciérnaga; su árbol preferido, la Gran Ceiba, la han cortado. Mi comida escasea. Rat-on, el ratón de selva, ya casi no existe. Se ha mudado a los graneros de Hombre Trueno...
-La Gran Selva muere- dijo con voz ronca Balam, el jaguar maya. En mis andanzas por toda todos los caminos, por todos los senderos, solamente encuentro destrucción y muerte. Nosotros matamos para comer. Es el Gran Ciclo de la vida. Hombre Trueno, con su palo que mata, el Fusil, mata por placer, para ponernos de alfombra o de trofeo; mata para sentirse grande... no sabe que sin su palo de fuego no tardaría yo, ni un minuto, en destruirlo. Xicaj, el venado, con su gran cabeza, adorna un salón en casa del Hombre Trueno. Tapir, la danta reina de los ríos, muere de tristeza por el envenenamiento de sus aguas... Balam-ix, mi hembra, ha escapado, por poco, de morir en un cepo-trampa del Hombre Trueno.
Los tres, representantes de las Grandes Culturas Selváticas de América, siguieron expresando su dolor y tristeza.
De pronto, un Gran trueno retumbó en la Gran selva, y el cráter que se formó era inmenso. Hombre Trueno ya no usaba el palo que mata, el palo de fuego... usaba dinamita y napalm, y las Grandes Selvas se siguieron extinguiendo, y el Hombre Trueno quiso, al final, escapar hacia Marte y no pudo... destruyó su propio combustible...
Desde la Gran Distancia, donde no hay Hombre Trueno, ni dinamita, ni bombas, Hampatu, el sapo inca, Tecolotl, el búho azteca y Balam, el jaguar maya, sonreían... Habían encontrado su Gran Mundo Verde Eterno... sin la maldición del Hombre Trueno.
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