He quedado
no herida
no muerta
Estoy quebrada
y duele
Tanto
tanto
que no llueve
Y duele más...
(Lucy Romero)
Comenzó a caminar sin sospechar nada, sin siquiera levantar sospechas tampoco, solo comenzó como comienzan todos aquellos ingenuos que no se imaginan que andan arrastrando su propia cadena de fantasma indistinguible, de ausencia superflua, vacío que grita buscando encontrarse a si mismo, en algo mas allá del viento o la luz. Se dibujo a si mismo como al mito aquel del tiempo que no demoró en notar que había sido perdido tontamente - "Mi propia leyenda es solo un sueño mal dibujado"- nadie conocería que el mundo había sido una utopía del mismo duende que ahora arrastra su propia pena.
Pronto comenzó a notarlo, se había hecho de noche (Nadie como él, que había volteado todos los relojes de arena, y había descubierto que así, a oscuras, las cosas sientan bien...) pero él no se sentía seguro en esa calle de Lima; es probable que alguien estuviera observando en las sombras que olvidaste colorear, o en el tiempo que no has llenado de algo mas importante que tu propia silueta, paranoia sana, que te dejará alerta por que aquí, en Lima, la calle tiene sus propios espíritus, que no dejan de rondar ni una sola noche.
Los faroles anaranjados que se prendieron sin avisar le hicieron notar el primer síntoma: Había visto una sombra igual a la suya que desapareció instantáneamente, mientras su propia sombra se hacía más grande y comenzaba a moverse sola, como si la luz saliera de todas partes, y él estuviera atrapado en las plantas de sus pies, por todos eso barrotes negros que surgían de si mismo... Eso sólo era un aviso, era mejor comenzar a pensar en la fuga. Era mejor comenzar a correr...
A Quilca se entra por Wilson, es ahí donde tomamos carro a veces, pero la transversal que da a un hotel ruin con una bandera vieja, es totalmente horrible, huele a orines, y nadie se atrevería a entrar ahí de noche, tú lo has visto, tú sombra crece de noche, hasta hacerse enorme y te atrapa, con esas manos que en realidad no existen, con esa saña que en realidad, es como un juego, pero que te perturba y te inquieta: Alguien esta siguiéndote, ese alguien, se parece a ti... No hay ninguna duda, tú puedes comenzar a buscar donde meterte...
"Cuando el hombre se dio cuenta, tambaleó un poco y se le vio más pequeño, más enfermo, como si fuera a apagarse del miedo, porque eso era lo que tenía, un miedo horrible. Sobre todo viendo que esa sombra tan horrenda lo perseguía como si fuera un cazador nocturno, como el destino o ciertas deudas que le tenemos a la vida para cuando ella se acuerde de cobrar...
Es así que lo vieron, él caminaba cada vez más rápido, y mirando atrás, mirando atrás, como esperando que alguien lo atacara de un momento a otro. Su barba, su pelo, todo en él estaba erizandose como cuando ves venir a la muerte, justo justo ante ti, eso lo hizo por una o dos cuadras, repetía ese gesto de desespero, alguien esta ahí... Pensó en gritar pero eso sólo le elevaría la taquicardia, y no era el momento adecuado, menos ahora que le estaban pisando los talones...
Cuando se dio cuenta de que no podía seguir caminando, comenzó a correr mirando desesperadamente atrás, y sudando a chorros. No había nada, eso era lo sospechoso (Si aunque sea pudiera ver de donde va avenir el ataque), pero no, sólo estaba atrapado por esos barrotes oscuros y por ese ser que lo perseguía sin dejarse ver, pudo escuchar el sonido del silencio de la noche de Lima, los carros que pasaban de un lado a otro, los niños que dormían mas allá de toda esperanza y los perros que ladraban mas allá de toda rutina. Pero no los llego a oír, no, ya no, el sólo se enteró de lo que estaba pasando en el suelo que veía mientras corría desesperadamente.
Cuando ya no pudo correr más y sintió esa mano helada casi en la nuca, se dio cuenta de que todo había acabado y se sentó a respirar en la pared, mientras notaba la nueva sombra atraparlo en su oscuridad. Elevó los ojos cansados, y se vio a si mismo, enorme, terrible, limpio, sin ninguna duda, sosteniendo una espada en lo alto: ¿Qué has hecho de la vida que nos han dado?. Sólo has sabido crear esta ficción de espanto que termina siempre en lugares así, obligándome a buscarte para acabar con esta imperfección, con este pedazo mio que huye de vez en cuando, pensando que podrá esconderse eternamente de mi.
Pero ¿Sabes? a Dios no se le escapa nada, ni nadie...
No pudo ver el momento en el que le clavaron la espada, solo sintió como un vacío helado en el pecho."
Al amanecer los ropavejeros encontraron el cadáver del viejo ahí sentado...
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