La verdad, nunca crucé alguna mirada contigo. Pero me fascina lo que gritan tus ojos, lo que lloran y esperan. Verte, me satisface como nadie lo hizo. Intentaron muchas chicas de mi edad, hacer tantísimas cosas para captar mi atención; tu no haces nada y ya te siento, lo juro… lo juro. ¡Tantas ganas de rozarte!. Tu falda de colegiala, me cautiva, me enreda, me seduce. Ver el sol perforando tu rostro, y tú ignorándolo, dejando que perfume tus pómulos. Ver que el viento deja que me deleite con tus contorneadas piernas, y tus manos, sosegadas y cuidadosas bajando tu falda. Alguien te puede ver. No, no. Tú solo eres de papi, Ana Claudia, de papi. Tu falda, ¡que veneno! Cuando te la levantas? Dios, te quiero querer. Besar, y sentirte.

En las noches, aunque no lo sepas, me dejo mojar por tu cuerpo, cubierto de la arena del mar, y de estrellas, frágil, débil, delicada.
Tuve y tengo tu sonrisa en mi mente. Siempre. Y te imagino de colegiala. Colegiala, que ya te cansaste de serlo, que tiene la falda más estrecha de lo que ve el mundo, que tiene la blusa apunto de estallar, a punto de colmar mis ansias; y tus medias, que se refugian en el incompleto intento de estar arriba, por tus muslos y..¡Dios!.
Una colegiala que piensa que la ética te la enseñan en tu casa. Que sinceramente piensa, que Lope de Vega se convirtió en sacerdote con el propósito de tener una hija con la loca de Juana de Guardo, y matarla después para volverse a casar y tener otra hija; que Larra no se mató por romántico sino por cojudo.

Hay tantas cosas que quisiera decirte; pero...
Basta por esta noche. Y no. No puedo sin embargo se que debo seguir con esto. No se si podré pero intentaré.
Me enloqueces, ¡dios me enloqueces!. Y hoy como nunca, cuando veo tus cabellos rozando tu cobrizo pecho.

Debería existir una poción para hacer que me mires, envenenar tus labios de caricias mías. ¡Siénteme!, que soy todo tuyo y no lo comprendes, porque no me ves, ni me respiras; y siento que con un suspirar tuyo me desnudas, tiernamente, como una colegiala loca y enamorada, que se escapa conmigo dentro de un laberinto de pasiones ocultas, que tiene ese pensamiento pre-matrimonial, que ya piensa en el nombre de su hija y que sueña con tener ese carro.
Te deseo tanto. Y no deseo hundir mis deseos, quiero dejarlos salir, y que corras con los brazos extendidos a abrazarme y llenarme de tu alma. Que la lluvia sea testigo de mis sentimientos por ti. Que llueva, y que llueva amor entre nosotros; que las gotas golpeen nuestros rostros y así, besarte con rosas en el mar dejando que la sal inunde tu cuerpo junto al mío, uno solo, uno solo en la inmensidad de este mundo.




CONTINUARÁ