Cuando me sorprendo siendo ni hombre ni mujer.
Cuando soy sólo conciencia y miradas.
Cuando noto que es demasiado ser persona.
Cuando no soporto ser inferior.
Cuando no soporto ser un animal más.
Es ahí cuando noto mis brazos cortos y mis preguntas largas.
Es ahí cuando me doy cuenta que soy yo.
Porque de golpe el sentido desaparece.
De golpe por qué y para qué resurgen.
Y mi voz se vuelve extraña.
Y mi cuerpo, mi enemigo.
Me aterran mis piernas de siempre.
Y mi cintura. Y mis senos de siempre. Siempre allí ubicados.
Mi mente se cansa de un cuerpo que de golpe aterra.
Me asusto de mí misma.
Y los problemas, irreales, también asustan.
Y es que hace mucho que estoy acá... aunque hace poco que llegué.