Me recuerdo entre sueños viejos cuando cae la tarde del domingo.
La barba insurrecta del fin de semana me recuerda que ya no es tiempo ni de permitirse la rebelión del pellejo.
El viernes y el sábado han matado hasta el deseo por la media botella de vino,
la única que me guiña el ojo,
reposada en la mesa que se soba la entrepierna a la izquierda de mi ojo derecho.
Y ya olvide la gloria.
En mi mano izquierda el cigarro se ha consumido
y las brazas que de el caen comienzan a inflamar la alfombra,
junto con las certezas que había logrado acuñar desde la adolescencia hasta ahora.
Todo se mueve tan rápido desde la catatonia, todo es tan lento por dentro.
Cada milímetro de la llaga que abre el aire de estas tardes,
es un siglo de culpas y asuntos pendientes reposando en mi boca inmóvil, moribunda.
Cada partícula de luz que se lanza al suicidio me castiga
por no haber contemplado el cerro que descansa en mi ventana
antes de haber clavado esta aguja a mi vena.
Silencio.
Texto agregado el 05-09-2007, y leído por 111
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Lectores Opinan
12-09-2007
que haces, te estas matando ati mismo escribes genial puedes llegar a ser un gran poeta de los buenos sigue adelante felicitaciones tienes un talento que muchos quiscieran creelo ***** loammi
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