Cabalgo en mi caballo de estrellas, y me apeo en el rio de la luna, pesco con la mente brillantes peces oniricos. En el rio de los sueños, donde duermen los poetas y los pintores alucinados, y donde mora la eterna felicidad. Me ahogo con placer, ese placer que tu cabellera produce al acariciar mis manos. Encuentro el tesoro dorado que escondio el sol antaño, cuando los hombres no mataban y era joven este rio.
Texto agregado el 04-09-2007, y leído por 114 visitantes. (0 votos)