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LA SECTA SATANICA
Era una tarde de domingo lluviosa y cálida del verano de 1998. Me encontraba junto a las ruedas traseras de un Ford Moustang antiguo, debía ser de principios de los setenta y estaba en muy buen estado, con la pintura intacta y los cromados brillantes. Nunca había creído en adivinas, profetas y espiritistas en general. Sin embargo, cuando aquella mujer puso su mano sobre mi frente y empezó a hablar, cambié de opinión. ”Ha sido un accidente” dijo la misteriosa mujer del turbante en la cabeza mientras la uña del dedo pulgar de su mano izquierda rozaba mi fría nariz. En ese momento yo llevaba cuarenta y ocho horas muerto. Y efectivamente pese a las heridas abiertas de mi espalda y a los jirones de carne que colgaban de todas las partes de mi cuerpo, mi muerte fue accidental. Todo empezó unos días antes mientras echaba una partida en la tasca de mi pueblo.
Con esa extraña lucidez que da no tener resaca y a la que tan poco acostumbrado estaba, elegí una carta de entre mis manos y la puse violentamente sobre la mesa mientras golpeaba esta con los nudillos; “Arrastro” Dije ni alto ni bajo y algo ronco. Mis tres compañeros de mesa echaron una carta cada uno. Recogí las cuatro y dije, esta vez bien alto”: las cuarenta en bastos” Ante el cabreo general. En estas estábamos cuando una mano se posó sobre mi hombro y otra lo hizo sobre mi calva describiendo movimientos circulares.
- ¿Qué tal Pedrito?.- Dije sin mover la cabeza. Solo Pedrito podía tomarse la confianza de sobarme la calva de esa manera.
- Tengo un trabajo para ti.- Dijo parco y tranquilo.
- Espera que acabe la partida y lo hablamos.- Le dije. No podía ser menos. Como iba a dejar la partida a medias con mis tres mejores amigos. Angelillo, el Alcalde del pueblo quien con cierta asiduidad recalifica terrenos que antes yo compro a bajo precio y cuyos beneficios nos repartimos los cuatro, Anselmo, el cura, ¡qué grandes noches de borrachera pasamos mientras nos descojonamos de las confesiones que los parroquianos le hacen en la iglesia!. Además, el cabrón tiene gracia contándolas. Y Julián, el médico. Le llamamos el Pirulas, nuestro camello particular.
Terminado el tute me levanté y me acodé en la barra con Pedrito y mi primer Whisky de la noche en la mano.
- ¿De qué se trata? – Le pregunté con el interés justo que la educación exige.
- De traer a una chica de diecisiete años.
- Sabes que no busco personas.
- No hay que buscarla, solo traerla. Ya está encontrada. Cuando te lo explique verás como te gusta. Es la hija del capitán de la Guardia Civil; Paulina.
Así fue; me gustó y dos días más tarde avanzaba con mi coche en medio de una densa niebla por una carretera comarcal del concejo de Ponga, en los picos de Europa. Conducía con cuidado para no precipitarme por uno de los numerosos abismos que se abrían a ambos lados de la carretera. Me dirigía al valle de Los Lobos, tras los montes del infierno, lugar elegido para realizar un aquelarre por una secta satánica que había sumado entre sus adeptos a la joven que debía secuestrar. El día anterior había hecho el mismo recorrido y había dejado varias marcas reflectantes en algunos desvíos. La niebla me obligaba a ir muy concentrado por eso sabía que llevaba la dirección correcta. Abandoné la angosta carretera y me introduje en un bacheado camino de arena. Cuando llegué a mi última referencia bajé del coche, me desnudé completamente y cogí la botella de whisky de dos litros del asiento del copiloto. Comencé a caminar cuesta arriba. Me esperaba una caminata de una hora. De pronto, al coronar la enésima loma se mostró ante mi un espectáculo abominable. La claridad creada por las numerosas y enormes hogueras me deslumbró y tuve que usar mi mano como visera. Mi estabilidad dejaba mucho que desear, ya había consumido más de la mitad de la botella. Fue una gran idea traer el whisky para ponerme en situación. Eche un largo trago y comencé a bajar hacia el valle. Cientos de personas desnudas gritaban y bailaban alrededor de los fuegos. Yo a mi vez bajaba saltando y gritando mientras orinaba. Salté por encima de una pareja que copulaba en el suelo meándoles en las caras sin importarme sus insultos. Venía hacía mi una vieja decrépita con los pechos colgantes por la cintura con intención de abrazarme pero le metí un botellazo y rodó por el suelo como un peluche roto. Ahora entendía la sonrisa del Anselmo cuando me regaló el botellón de whisky en la puerta de la iglesia, seguro que el Julián me había metido alguna pastilla de las suyas porque iba muy acelerado, espírico. Me sumé a un grupo abrazado a las tetas de una gorda cuando vi a mi objetivo. La reconocí aunque estaba a cuatro patas intentando quitarse de encima a un tío. Le di una patada en sus partes y agarré a la chica. Ella también me había reconocido y sabía que yo era detective. Mientras hablábamos mi glande se restregaba juguetón contra los pelitos de su pubis.” Estoy avergonzada” me dijo mirando hacia abajo y viendo mi enorme polla “Sácame de aquí, por favor” añadió retirándose un poco. “Tranquila” Le contesté echando un trago. “Si no hay prisa” y continué mi deambular besando, sobando, follando, bebiendo y riendo mientras la Paulina me seguía gritando e insistiendo para que nos fuéramos. Saltaba como un loco y algunos se apartaban de mi asustados. Las más viejas se empeñaban en chupármela y yo las alejaba a botellazos dejando detrás de mi un reguero de viejas semiinconscientes. Vi dos tías cañón en la hoguera de al lado y me fui para allá cantando y saltando a modo de jota aragonesa con los brazos muy estirados hacia arriba sujetando fuertemente el botellón. Entonces se produjo un resplandor y apareció una especie de cabra enorme sobre dos patas envuelto en una capa negra. Me fui hacia él y le pasé el brazo por lo que parecían los hombros dirigiéndome a él “ Vamos a follarnos a esas” Le dije empujándole con mis saltos. Ese monstruo me abrazó y sus pelos me cortaron como cuchillos por todo el cuerpo. Desgarrado y ensangrentado me zafé, me separé un paso y le hice una genuflexión digna de un rey pero....... él también se había agachado siguiendo mi broma y al levantarme me clavé su cuerno en la base del cráneo, como un descabello, sin más, accidentalmente.




Texto agregado el 04-09-2007, y leído por 496 visitantes. (0 votos)


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