Mi CALLE
La calle donde vivo, tiene la genialidd de los ideales, la juventud, los manatiales y los cultivos del campo, cuando ya tienen identidad propia y deslumbran con su belleza, su vitalidad, su ritmo, su falta de disciplina, su anarquía y su escaso sentido del ridículo.
Es como un enjambre bien organizado donde parece que todo funciona a la perfección, aunque los cientos de paseantes y transeúntes que se cruzan constantemente, están mas con sus pensamientos y la velocidad para llegar a un destino concreto, que formando parte de un determinado espacio urbano.
También hay curiosos y compradores compulsivos ojeando los modelos que exhiben las tiendas a través de sus escaparates y gente aburrida paseando, o sentada en los bancos públicos y muchos, en las terrazas de los bares, contemplando y disfrutando del ambiente.
Es una calle pequeña, peatonal, limpia, anárquica y confortable, con muchos escaparates, tiendas de moda, comida, deportes, libros, trajes de novia, teléfonos móviles, joyerías, alguna Iglesia y una importante oferta gastronómica entre la propia calle y las inmediatas que la rodean.
Durante el día y en horario de comercio, está de gente, ¡que no caben más! Pero a partir de las 10 de la noche y los domingos y festivos, invita al descanso y se vuelve silenciosa, solitaria y cálida por la atmósfera de luces tenues que aquí, allá y en puntos casuales pero concretos que colocan algunas tiendas, armonizan en un ambiente intimista muy particular.
En las fachadas, hay algunos carteles que la identifican con el nombre de Nueve de Mayo y está situada en el centro de Oviedo, entre la calle Caveda y la calle Fray Ceferino.
Allí, también tengo mi cama y un rincón bien iluminado donde, algunos de mis pensamientos se transforman en letra impresa.
César Alvarez
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