No te preocupes por mí. No lo hagas.
Porque cuando el inconciente me desespera puedo mirarme al espejo. Y no sólo eso.
También puedo leer mis libros y escribir en mi computdora.
No te preocupes por mí. No.
Porque cuando nuestros pecados me condenan puedo imaginar tu cuerpo y escuchar tu voz a lo lejos. Puedo crearte con una orden, a la manera de un simple juego. Y juego. Y me lo creo.
No te preocupes por mí. No lo hagas.
Porque cuando el vcío tira hacia abajo y la angustia aplasta mi ánimo, puedo fantasear con el pasado perdido y fantasear tmabién con un futuro cercano o lejano, según la circunstancia lo exija.
No te preocupes. Nunca lo hagas, por favor.
Que nada perturbe tu orden. Ni mi inconciente ni los pecados ni el vacío que tira hacia abajo...
Vos no te preocupes...
Ya no, por favor.