LOS TESTIGOS

Un ojo acusador desde el cenit, la luna,
me observa mientras prendo fuego a la flecha.
Disparo. Ahora debo salir del bosque.
A mi paso los árboles
miran inquisitivos.
Me digo, sólo para saber que no fue un sueño:
—El fauno ya está muerto,
y solo el bosque y la luna son testigos.

Mas qué pueden hacer el bosque o la luna,
pienso, sólo verme huir. No podrán vengarlo,
ni contar a nadie quién fue el asesino.
Difícil es moverse
en esta oscuridad.
Creí que había dejado el caballo más cerca.
La niebla me sofoca.
Este no es el camino por el que vine.

Pareciera que la luna retrocedió un paso.
Me siento anegado de un profundo sueño.
Ya estuve aqui... ¡Alguien me lanzó una flecha!
Me atravesó la nuca
y me está quemando rostro.
En la oscuridad oigo que alquien susurra:
El fauno ya está muerto,
...y solo el bosque y la luna son testigos.

5 de septiembre de 2007