El banquete
De sabores incontrolados

Y simplemente te observo, porque eso es lo que eres...

Simplemente te percibo, te reconozco y me sorprendes, Ya no es nada pero lo es todo e incluso así lo continua siendo. Todo.
Un temor complejo pero palpable, y sin duda es culpa tuya. Y si no ¿de quién? Dime de quien...
No te ocultes, tan ágil, tan escurridizo e impredecible. Tan confuso. Me sabe a manjar... mmm... dulce... muy muy dulce... espasmos de sabor.... mmm.
Es breve. De pronto acaba.... aparece una amargura sutil, como cerveza, igualmente sabrosa...espesa, pero necesaria. Te embriaga y no para, más!! Hasta que se vuelve algo más dulce... luego agria, ácida pero dulce. Limón. Y aun más ebrio y escéptico.

Gotea el vino tinto, tiñendo las camisas, los pantalones y los cuellos, las manos, los codos.... Somete al sabor y alcoholiza los sentidos. Exquisito.

Y así sucesivamente, te me tornas ácido, pero igualmente dulce, hasta volver a ser chocolate muy muy dulce, mas titubea entre el cacao y se amarga, siendo exquisito..... Y así se mece, se trastorna y se amasa.... Se envuelve y danza. A veces es muy agrio, a veces demasiado anís, y el azúcar se difumina para volverse a concentrar, el caramelo se deshace y permanece titubeante.

¿Temor de que?

De ese titubeo incesante, permanente e indefinido, que endulza pero juega a ser vinagre y viscoso como aceite, que se te adhiere al paladar y da nauseas, no se marcha. De oliva.
De pronto se confunde y se torna agua, insípida como agua.... acaba con todo.... hasta con lo acre y aun así se le extraña, nostalgia, mucha.