Es sueño o caramelos oxidados?
Nunca más lo sabremos.
No quisimos saberlo.
Hasta acá la cosa funciona.

Sin deshonrar a la maleza,
avanzamos hacia un valle casto.
La uva derramada en sus labios
esculpe al escupo libre de culpa.

Caben cientos de discípulos.
Se retuerce el cristal gastrointestinal.
Su mano desaparece entre la música.
Dicen que se acaba, pueden decir muchas cosas.

Delante de la mesa se encuentra el latido,
detrás del latido se esconde el murmullo.
A pesar de todo pernocta serena,
en su andén silencioso que decreta lo que le es propio.

Si he de comenzar a terminar,
no lo haré por las dunas
ni por las huellas descalzas del ayer.
Nunca fue suficiente, nunca lo será.-