Pasado el suficiente tiempo, el recuerdo de un buen perfume no sólo permanece, sino que permite ser apreciado en todos sus matices. Eso me ocurre con esa noche, de luna anaranjada, casi redonda, resbalando por las aguas del Moldava. Tras de ti, el puente de San Carlos, y al otro esa ciudad kafkiana, de recovecos secretos, con sus adoquines negros que tanto y tanto hemos pisado.
Se moría agosto, con la dignidad de los buenos meses, despidiéndose con alguna tormenta veraniega. Los primeros vientos otoñales cantaban alegres en el inicio de su tiempo.
Poco después te irías, ambos lo sabíamos, y no nos quedaba sino apurar cada instante de ese tiempo dulce: andamos ensimismados, abrazados como colegiales, hasta llegar a la cena: un buen vino blanco, fresco, merluza con aquella emulsión de espinacas y el paté caramelizado , después la lubina y la dorada, charlando de proyectos e ilusiones. Fue una cena larga, intercambiando los sabores, ofreciéndonos, deleitándonos. Entre plato y plato llegaba tu aroma, y tu sonrisa resplandecía al mirarme.
Ya no he querido volver a aquel sitio, por miedo a echarte demasiado de menos. De sobra sé que aquellas nubes que empañaban la luna, también quisieran saludarte, y acabarían, nunca fueron discretas, preguntándome abiertamente por tu silueta reflejada en las aguas.
Nuestros labios se buscaron. Ya sé que me llamaras tonto por pensar que ellos, a veces más que nosotros, escogen ese silencio sonoro para decirnos eso a lo que ya no nos llegan las palabras.
Regresamos. Sin prisa, jugueteando, como si de dos novios adolescentes se tratara. Llegó después tu desnudo, y el mío.
Como en una melodía mágica, escribimos nuevas partituras, imborrables, llenas de un tierno amor, salpicadas siempre de eso que otros llaman lujuria. Te recorrí entera de besos, marcando la senda conocida.
Apenas unos días después te ibas.
La cama te ha guardo la forma, tu olor corretea aún en mis sueños, y me siento acompañado de tu recuerdo. Lo gracioso, es que estando como está presente en cada imagen del paisaje, es que te eche enormemente de menos.
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