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'HAY UN HEROE EN CASA'

Biografia novelada, inspirada en la vida de Emil Bergman.

A modo de prologo


Contar la historia de mi vida, pareceria algo trivial e intrascendente, luego del exito de tanta magistral pelicula como ‘La lista de Schidler’, quizas sea asi, sin embargo contar la mia propia a mi familia, a mi hijo y nietos seria una tarea promisoria. Cuando se desato la segunda guerra yo solo contaba con doce y medio años; era nada menos que un mozuelo comun que espera recibir ‘Bar Mitzba’. Pero, la cosa no fue asi. Polonia seria envenenada por el odio hacia nosotros: judios de clase media y baja; quienes perecimos en camaras de gas, cuando en realidad el ataque estaba centrado en contra de los ricos.
Creo que nadie dejo de leer tampoco el famoso libro escrito por Hitler, dictado a su secretario, donde expresa con genuina claridad los pormenores de su creciente odio a nuestra raza y su avance hasta terminar en la idea intectual del genocidio.
Volver al ayer, tender un puente hacia ese tiempo ido, -que nunca se va del todo, es un esfuerzo del corazon. Ya que todo esta escrito en la memoria, esa hereje que no se cansa de lidiar con el pasado reciente. En un abrir y cerrar de ojos, vuelvo al lugar y al tiempo como si fuera hoy; para quien fue testigo presencial de los hechos que ocurrian a mi alrededor el dolor deja ya de ser dolor para convertirse en parte del cuerpo y del alma; y se va por la vida indolente y sin memoria. Es decir, menos partido, mas integro e invulnerable. Ahora, me pregunto: ¿Como pude siquiera sobrevivir, luego de que terminaran con mi familia, mi casa, mis amigos, en fin, con mi vida ?...
Pues, en estas letras hay un intento de respuesta...
E. B.


Capitulo primero

Historia antes de la guerra

I
‘En la guerra todos somos almas errantes, sin destino’

E. Schindler


-¿En que año nació?

-1927

-¿En Gorlice, Polonia?

-Sí.

-¿Allí, creció y recibió su primera educación?

-Bueno, como se podría decir educación de aquellos tiempos...no tan actualizada como ahora. Jamás hubiésemos soñado con las cosas que pasan. Antes se tenían muchos niños, ahora tres o cuatro. Cuando comenzó la Segunda Guerra Mundial, yo sólo tenía doce años y medio y llegué a cursar seis años de escuela. Así que se podría decir que esa era la realidad de la educación que recibí por cuestiones ajenas a mi persona.

-¿Cuántos niños eran en su casa?

-Éramos diez...

¿Cómo fue la practica de la confesión religiosa, tradicional y ortodoxa?

-No, como de cualquier familia normal judía de la época.

-Veo que no me ha contestado del todo…en fin…prosigo…


El entrevistador trataba de leer prolijamente las preguntas previamente estipuladas en la guía que portaba entre sus manos grandes y esculpidas. El entrevistado no se encontraba del todo cómodo en su silla de tabla rasa de madera. Pensaba en cuántos amigos y familiares deberían de estar allí; llenar sus sillas, sus espacios y sin embargo, él representaba a unos cuantos millares de personas, las cuales no podrían responder, ni siquiera respirar, ni siquiera...pensaba en el ni siquiera y debería de sentirse feliz por estar allí, sin embargo no lo estaba, ni lo entraría jamás. Lo llamaron como testigo ocular, sobreviviente de un genocidio; debería estar contento, repetía su incesante voz, sin embargo no se sentía así, sino apenas que estaba ya que el dolor, esa materia que aterra había dejado de mediar hacia ya tiempo siendo una dura costra violeta de cuando las lágrimas se secan a fuerza de esperar, dijo esperar e hizo una mueca: ¿ahora, qué más se podría esperar del ser humano, la vida, el Eterno?...

Pensó en sus buenos amigos del colegio, en la bondad, de cuánta piedad es factible en el corazón del hombre y en el otro extremo de la cuerda, caben la ruindad de sus impulsos y bajeza. Pensaba..., contestó automáticamente la saga de preguntas hecha al azar y luego se sumergió en un estado meditativo e intenso...

¡Bergman!, se apresuro a decir el entrevistador con incomodidad. Señor Bergman, si usted se demora en sus respuestas me temo que la entrevista se prolongará más tiempo del debido. Trate de mantenerse concentrado y no se demore en hacérmelas saber. Sé que esto es muy difícil para usted, pero comprenda...

- Decía que en tiempos de la invasión, ¿dónde se encontraba usted?; especifíqueme la situación, gracias.


- Esperaba con gran ansiedad mi Bar Mitva, es más, mis hermanos ya lo habían recibido y yo me encontraba en la fila siguiente. Decía esto, y en sus ojos se comenzaban a juntar apenas una luz de agua que los hacía mas intensos y bellos, bajo unos espéculos transparentes que ahora restregaba apenas con un pañuelo de papeles sepia, como su historia...

-Bueno, pero debemos volver a la época de antes de la guerra. Cuénteme de su lugar, ¿que hacía su padre?...

-Él era uno de los tantos revendedores en mi ciudad llamada Gorlice, vivíamos en un pequeño barrio al oeste, donde hubo muchas fábricas, gasolina y sus derivados. Lugar de progreso creciente, a pesar que los judíos teníamos prohibido trabajar en las fábricas del gobierno; ganábamos dinero porque poseíamos tierras propias que se rentaban a compañías que extraían petróleo. También en la época, ofrecían los mejores servicios de reparación de los materiales y herramientas metálicas. En fin, todo volvía a los bolsillos judíos, quienes ascendíamos en la escala social y cultural.
Es bueno destacar que casi media población lo era, así como el vicegobernador de la ciudad. De esta manera se comenzó a salir al exterior para estudiar en las universidades carreras de medicina, abogacía y otras.
Hubo todos los grupos sionistas y sus variantes, comunistas más o menos moderados, pero siempre viviendo juntos en barrios compactos donde el centro de los mercados de compra-venta estaba en nuestras manos casi por mayoría...

El señor de las preguntas se rasca la cabeza, titubea un poco antes de salirse del plan y arriesga la inquisición:
- De a poco me esta dando pie a pensar en las causas del creciente odio devenido hacia su raza, una parte esencial es ésta, ¿no? Digo, lo que genera en la mente del Reitz al constatar el poder adquisitivo en constante aumento...
Emil, luego de una pausa intensa, sólo suspira, parecería que no hay respuesta, sólo silencio...

-Ejem, bueno, trataré de cambiar la pregunta...


-No, no, esta bien. Me he quedado cavilando...

-¿En algo concreto de nuestra historia?

-No, específicamente, en la palabra judío.

-Entonces, no me diga nada todavía: ¿Qué es para usted, ser judío?

Una tos ronca se esparció por la sala, adquiriendo la resonancia de un eco augural. La entrevista sólo había comenzado hacía unos minutos y ya estaban ingresando a la puerta de la memoria...

Le alcanzaron un vaso de agua para que refrescara su garganta, y luego de otro carraspeo, siguió imperturbable mientras su vista se fijaba en un punto indefinido e infinito de la nada...
Ahora más calmo, estaba nadando en su primera juventud, en hechos luctuosos; debería de internarse en ellos para extirparlos como se quita la planta rastrera del bello árbol prodigioso…

De nuevo un silencio y luego, la luz de la memoria que se abre como un fruto para parir apenas la historia de sus labios...

- Madre, no quiero saber qué va a pasar con nosotros, escuché que los alemanes se disponen entrar en Polonia…

- Así es hijo, pero debemos de confiar en el Eterno, que Su mano nos bendiga y proteja, Amén.

- Tengo miedo, dijo el pequeño Emil, cubriéndose el rostro con el vestido de tela fina del viernes de su madre, ese que vestía para la Beraja.

Las cerillas en sus manos piadosas señalaban que el sol estaba escondiendo sus rayos para entrar en el descanso de Shabat. La familia regresaba unida de la Bet hakineset, sedienta y con hambre.


Papá y sus hermanos lucían la kipá sobre la cabeza, las mujeres acomodaban presurosas los alimentos sobre la mesa tendida. Era un día hermoso, todos se sentían contentos de ser judíos en Polonia...
Se abrió el libro de Kabalat Shabat y los Salmos de alabanza se elevaban en un coro esplendente y entusiasta que se tarareaba con aire ameno. Si la felicidad existiese éste sería uno de sus rostros, el familiar.

Emil recordó un Salmo que escribiera un amigo en la clase de hebreo, a decir verdad, era más literatura que palabra santa, sin embargo los jovencitos lo habían festejado con aplausos:



Salmo de la Paz


‘Y por fin Ella,
se pronunció:
Ojo de Dios, hazme a mí misma,
mostrándome la feliz senda
por donde recorreré
y he recorrido;
donde la memoria, esa cruel hereje,
a esculpido las lechuzas del tiempo
y del espacio,
dejándome librada a la tempestad
de los sueños...
He aquí, que dormí siglos,
despertándome de eternidad
en eternidad y Tú me sustentabas.
Oráculo, pido que te pronuncies
en la boca avezada del Hacedor,
que mires a Polonia y tomes a sus hijos;
que haya contentamiento en mí;
El Eterno,
éste, será el lugar de mi reposo,
donde habitaré
por siempre’...

M.V.

Emil, luego de escuchar la voz de su querido padre, regresa de su pequeño viaje recordatorio, estira sus manos hacia sus hermanos y padre entregando una porción de pan con sal, mientras hace la tradicional ronda con vino dulce de Shabat. La copa de metal gira de mayor a menor en la rueda de familia, se escuchan saludos, abrazos y besos...Emil sonríe, Emil está contento de ser judío en Polonia...

Mañana invaden los alemanes, deben de salir presurosos rumbo a lo desconocido...

Texto agregado el 01-09-2007, y leído por 349 visitantes. (10 votos)


Lectores Opinan
17-09-2007 Profesionalmente escrita, a tal punto que olvidé totamente que pasé por aquí a criticar. Me dejé atrapar por la historia. ergo (5*) ergozsoft
14-09-2007 Una historia interesante, sigo. Shou
08-09-2007 Interesante considerando que es un tema muy manoseado, voy por el segundo relato Die_Dichterin
05-09-2007 La historia del genocidio, de todos los genocidios que de forma constante se repiten en el mundo hacia una u otras etnias, es el episodio más vergonzoso que rebaja y degrada a nuestraa especie a la triste condición de seres irracionales. Porque un ser racional e inteligente con amor al prójimo y a la vida sería y es incapaz de cometer semejantes barbaridades. Sólo los seres humanos nos exterminarnos entre nosotros por creencias, color de piel, y un asqueroso concepto: el capital. Lamento mucho el genocidio de los judíos, ya que fue el mayor y más desproporcionado de cuantos se han cometido. Sin embargo también lamento los demás genocidios: el de los indios en América; el de millones de esclavos negros en todo el mundo; el de los pobladores Guanches de las Islas Canarias en España; el llevado a cabo contra tribus enteras Inuit en el polo; el más reciente de serbia contra bosnia Herzegovina. Y cientos más, seguramente, sumidos en el olvido. Un saludo!***** josef
03-09-2007 clepsidra es un reloj de agua no? paweldun
02-09-2007 Una historia interesantísima, muy bien contada. margarita-zamudio
01-09-2007 Es una historia que deja adivinar tristeza acumulada; que plantea esas preguntas que no somos aun capaces de contestar. sereira
 
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