“El otro”

Porque quiere seducirme acepta todas mis ideas y nunca me contradice. Sé que no está enamorado de mí pero no quiere perderme, solo pretende (y hará lo imposible por lograrlo) retenerme en su mundo el mayor tiempo posible y que sea su buen amigo. La verdad es que me gusta hablar con él de cualquier tema pero sobre todo de sexo, porque acepta mansamente todas mis propuestas pero condicionalmente y con cierto pudor. Es en este tema donde más se esfuerza por agradarme y en el que yo más disfruto porque entiendo y acepto su juego; no quiere que lo crea una puta, solo una mujer liberal y abierta a las experiencias nuevas con algunas reservas.
La situación durará algunas semanas. El finge ser una mujer porque como hombre no logra relacionarse con nadie en el hospitalario mundo virtual llamado Internet o porque es homosexual y cumple su fantasía o, simplemente, porque está muy solo. Yo finjo creerle, pero no se da cuenta que lo moldeo a placer y que hago de él la mujer ideal que me gustaría tener en mi vida de todos los días. Cuando me canse, le pasaré algún número de teléfono inventado para que me llame con vistas a un encuentro. Nunca llamará ni volverá a conectarse, simplemente me borrará de su lista de contactos y jamás lo volveré a ver.
A veces me pregunto, con temor, si no habré hablado con la mujer de mi vida o si yo no seré también el sueño de otro.