Hoy entra la primavera y con ella el mal de amores, ay pobre del que caiga en sus redes! Aunque yo caí hace ya algún tiempo, llegó la primavera antes por aquí que por otras tierras... Sucedió que me encontré con un hombre que me besó -a pesar de mi promesa de no dejarme besar nunca más si los sentimientos no eran compartidos, en mi promesa llevaba yo ya para cinco años- y ahí empezó todo. Primero fue una obsesión constante por reencontrarme con él, después un batiburrillo de sentimientos encontrados entre la realidad y el deseo y finalmente un profundo dolor tan agudo que me partía el alma a ratos y a otros ratos apenas me dejaba respirar. Ay! el mal de amores, que con solo una llamada, un pensamiento nos pinta una sonrisa y nos ilumina más que el sol y por el contrario un solo día sin saber de él nos hace correr el pensamiento por mil historias.
Nunca esperé nada, por que ni las situaciones ni los sentimientos se pueden forzar, están o no están pero no se pueden crear al antojo de solo una de las partes. Por eso decidí alejarme –pasé unas semanas sin apenas llamarle, pero era tan difícil no coger el móvil y llamarle cada noche-, aunque lo que más deseaba era estar en sus brazos pasando una tarde simplemente mirando el mar, hablando de cosas sin importancias que solo me hicieran saber que él estaba ahí. En esto que él, haciendo honor a una vieja promesa, decidió ir a visitarme y yo en lugar de dejar los acontecimientos correr, le eché en cara que no estaba dispuesta a solo llenar sus vacíos de tiempo y de deseo, y él desapareció.
Ya está el cuento contado, aunque los cuentos solo cuentos son, ¿o era somos esclavos de los sueños y los sueños nos dan la vida?
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