Lo he dicho antes. Pedir perdón nunca supo tan a nada ni tan poco como sentirlo demasiado, y el perdón no alcanza a ocultar todo el dolor que has pagado por mí, por estos ojos que buscan siempre más lejos, y pierden el horizonte en la lejanía, donde nunca hemos de encontrar las coincidencias que nos hacen tan iguales que el destino acaso quisiera que estuviésemos juntos.

Lo pienso ahora. No alcanza el dolor para saber a suficiente, el límite no lo marcamos ni decidimos nosotros, y volver a vernos no ha sido entonces como se quiso siempre, más allá de los errores cometidos hace parece tan poco, porque no alcanza el perdón para olvidar, ni el tiempo para remediarlo todo; las decisiones han sido tomadas y no somos nosotros los culpables de todo, pero fuimos cómplices y esta es la parte del botín que nos toca.

Lo sé ya mismo, no importa el tiempo que tarde en reconocerlo públicamente, no borrará el tiempo ni la distancia, todo el dolor que has pagado por mí, por esa loca idea de alcanzarme cuando pudiste quedarte conmigo, porque el resultado de nadar contra la corriente nos muestra la vida y el cansancio que la empresa merece, ojala haya valido la pena el intento en que hasta en más de una noche, dormiste con el sueño complacida.