Un minuto había pasado de las 12 de la noche. Un nuevo año estaba comenzando, sin embargo el señor Soft no sentía ningún cambio. Todo permanecía igual y estático: de la pantalla de la computadora emergía luz. Como siempre, estaba prendida. El resto del cuarto se inundaba de oscuridad, y desde afuera de esas cuatro paredes húmedas nada se oía.
Soft decidió dormir, pues en pocas horas debería conectarse para empezar a trabajar. Toda su vida dependía de aquella maquina. Ella la madre de la humanidad, le proveía todos los medios necesarios para vivir. Tres cables que lo conectaban a la vida. Todos correspondían a un lugar de su cuerpo, que por medio de enchufes metálicos se introducían en su sien, su cuello y su abdomen.
El reloj de la computadora ya marcaba las 12:04. “como siempre el tiempo esta lento”, pensó Soft. Se sentó enfrentando a la maquina tomo el cable celeste y apoyándolo contra su sien presiono, el cable cedió y en la pantalla apareció un cartel; “tiempo de sueño restante 04:56 hs”. Automáticamente Soft cerro los ojos y sus sueños lo transportaron lejos de aquel oscuro cuarto.
Doscientos años antes de aquel 3004, y luego de la ola de suicidios masivos alrededor de todo el mundo, los grandes déspotas del Imperio Global decidieron compartir el poder, sometiendo a la población mundial a una vida mecánica que garantizara el progreso. En aquel transcurso dejaron de existir los límites geográficos y las familias. Enormes rascacielos se construyeron para que todos los individuos fueran encerrados en cuartos vacíos que solo contenían computadoras.
La vida y la muerte eran ahora cuestiones maquinarias. La natalidad era creada en grandes bio laboratorios, y la muerte dependía de los cables de provisión que las maquinas le otorgaba a las personas. El alimento consistía en pequeñas partículas que entraban por un cable conectado al cuello humano. La digestión y los procesos metabólicos se realizaban desde un cable conectado en el abdomen, y el poco trabajo mental por otro que se conectaba a la sien de los humanos.
Una alarma aguda sobresalto a Soft. Era hora de trabajar. Se incorporó en su silla y comenzó. Su trabajo consistía en diagramar mas rascacielos con más cuartos para los nuevos hijos de las maquinas.
De aquella manera transcurría la vida, vetada de ideas y pensamientos, de emociones y sensaciones. No existía ni la felicidad ni la tristeza, pues los límites, los valores y la moral eran conceptos arcaicos que habían perdido sentido.
Los hombres y mujeres de aquel infortunado futuro solo eran herramientas de un progreso incierto.
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