Hoy hice un recuento de lo que vivimos, confieso que se me hizo un poco difícil recordar algunos detalles que había querido olvidar, esas discusiones, momentos de silencio en tu presencia, besos que tenían algo de salado por algún lubricante de mis ojos, gritos de arranque…
Así con un poco de serenidad logré percatarme de algo que no había notado, siempre compartí tu opinión acerca de lo indispensable que es un puñado de metal en esta vida, aunque no lo es todo, espero estar en un error acerca de mi conclusión.
Volteaste a ver a quien ahora está a tu lado y que durante mucho tiempo lo estuvo aunque de otra manera, pero su brillo no es propio, siempre trae consigo algo ajeno que le hace brillar.
Deberás disculparme y pido un poco de comprensión, no es tan fácil ganarse ese puñado de metal a que te lo regalen sin más, lamento no haberte podido ofrecer un poco más de ese brillo que es indispensable.
Ese resplandor supongo lo conservarás mucho tiempo, preciosa amapola de mi vida, no permitas que eso te ciegue, el fulgor que te ofrecía no estaba basado únicamente en puñados de metal, era mucho más, sentimientos y momentos, llamadas con pretextos para escuchar tu voz, cartas, esas botellas de vino llenas de pétalos con mis versos, llenar tu auto de rosas…
Disfruta de ese puñado de metal, aunque cuidado porque puede llegar a opacarse.
Mientras te llevan a los mejores lugares, te regalan docenas de flores de todo tipo, te compran lujos innecesarios, seguiré mi camino, algún día tendré puñados de metal que ofrecerte, sin embargo confieso que no te aceptaría a mi lado solamente por eso.
Seguiré embriagándome de aquéllos momentos que dejaste sembrados en mi memoria.
Al buscarte tan rápido a alguien más, sé que nada será igual, pero si tiene que ser de esta manera, supongo que estaré bien, mi último favor es que cuando nos topemos mires hacia otro lado, sin duda mis ojos se rozaran, procuraré evitar que las gotas de mar, emanen de los mismos.
Mi corazón siempre tuyo será.
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