Aquel día frío, en el que no me atrevía ni siquiera a salir de la cama, vi pasar por la ventana una sombra, no le presté atención, pero volvió a suceder, la misma sombra pasó, dejándome sin alientos ni siquiera para levantarme de la cama y mirar lo que pasaba, pensé en una solución rápida a mis miedos, casi estaba a punto de convencerme de que tan solo era un sueño, cuando la volví a ver. Esta sombra ya iba tomando forma, pero no la podía ver muy bien: era una figura casi humana, usando todas las fuerzas que me quedaban después de aquel susto, me dirigí a la ventana, eché un vistazo, pero no vi nada, un frío que calaba mis huesos me obligó a volver a la cama y casi sin darme cuenta me quedé dormido, soñé que esta sombra me hablaba, pero por causa del terror que me había provocado anteriormente, desperté y no la escuche más.

Una hora tal vez transcurrió desde aquel momento hasta que la volví a ver pasar, pero ahora más cerca. La sentía muy cerca de mí, pero ahora no pe producía miedo, al contrario, me causaba confianza, mi hogar se llenó otra vez de aquel calor que no sentía desde que toda mi familia se marchó, sentí una alegría muy profunda dentro de mí, como cuando era aún niño y abrazaba con amor y ternura a mi padre, como cuando mi familia estaba aún conmigo, sentí que estaba en el paraíso, aunque no veía nada aún.

Empecé a esperar a aquella presencia que había venido hacia mi previamente, la esperé quizás una, dos, o tal vez tres horas, en realidad no lo sé, hasta que derrepente, me quedé dormido en la sala. Sin saber por qué desperté en mi alcoba, con una nostalgia inmensa y unas ganas de llorar casi incontrolables, fue en éste momento cuando recordé el sueño que tuve: soñé que aún era niño, que conversaba con mi padre y que me quedé dormido en su regazo durante ésta conversación, luego él, con sus grandes y cansados brazos me tomó del cuello y las piernas y me llevó hacia mi habitación, me arropó entre las mantas y me dio un dulce beso en la frente, hasta que finalmente se despidió llorando como nunca antes con un doloroso adiós definitivo.

No se por qué, pero nunca jamás volví a sentir ésta presencia, aunque creo que en algún lugar, el todavía esta llorando, recordando como yo todos los momentos que vivimos felices.