Harry
Se levanto con la firme intención de cambiar su vida. Fue al lavabo a vomitar, se miro al espejo y la imagen desaliñada, ojerosa, despeinada le hizo desistir de sus deseos de cambio. No había nada que hacer. Preparo algo de comida, cogió lo primero que vio en el armario, sin importarle que estuviera planchado ni, por supuesto, que conjuntara. Hacia tiempo que había abandonado la idea de tener una imagen presentable, llevaba el pelo largo, descuidado, tremendamente enredado, una barba demasiado larga, sin arreglar, a veces le picaba pero era un peaje por la comodidad que le suponía, que estaba dispuesto a pagar.
Salió corriendo del piso porque se le escapa el bus, le dolía el tobillo y estaba haciendo rehabilitación, pero no le importaba lo mas mínimo su salud, estaba fuera del todo, al borde del abismo, no le importaba nada.
La primera buena noticia del día es que llego a tiempo de coger el bus. Tenia la rara habilidad de llegar cada día a la parada segundos antes de que pasara el bus. Era algo de lo que estaba orgullos y presumía en sus tardes de ocio con los amigos.
Allí estaban los mismos rostros de siempre, la chica con las gafas demasiado grandes y al cara demasiado pequeña que no paraba de hablar con el conductor, las adolescentes que hablaban y hablaban de temas sin sentido, las mujeres mayores que criticaban y criticaban sin sentido y en medio de toda aquella basura, de todo aquel collage de gente convencional estaba ella, en el mismo sitio de siempre, la chica mas triste de la ciudad.
Nunca la había visto sonreir, ni escuchado hablar, únicamente una vez cruzaron sus miradas y desde aquel día sintió que, irremediablemente, su destino estaba unido al de aquella niña. Tenia la absoluta seguridad que ella tenia las mismas sensaciones que el y que por lo tanto, como el, consideraba totalmente absurda la posibilidad de entablar cualquier relación, conversación o gesto de acercamiento entre ellos. Era un amor que traspasaba lo físico, eterno y duradero, que se alimentaba de estadios superiores a las intrascendentes relaciones terrenales.
Estaba claro, ninguno de los dos quería arriesgarse a acercarse al otro y acabar con esta relación mágica, platónica y, posiblemente, demasiado frágil.
Sin embargo, a veces se cansaba de no existir o considerar su existencia absurda, si no viajaba en el bus con la inquietante presencia de la chica de los ojos tristes.
A veces, quería cambiar su vida, cortarse el pelo, afeitarse, preocuparse por su salud y abandonar la constante apatía en que se había convertido su vida desde el momento en que cayo atrapado en aquellos ojos tan tristes, tan desamparados que reflejaban todas las injusticias, todas las miserias y contradicciones del alma humana y que le hacían desistir de intentar luchar y adaptarse a todo lo establecido.
Otras veces, dudaba si amaba a aquella chica o la odiaba por haberle dado la lucidez necesaria para observar la realidad, había descubierto y se había planteado temas que le habían removido tanto el alma, que habian hecho su existencia tremendamente infeliz.
Por eso, en ocasiones, la odiaba y se planteaba la posibilidad de intentar conocerla, acabar con su hechizo, recuperar su vida anterior, llena de felicidad terrenal y renunciar a la elevación de ese amor conceptual y elevado, eterno y trascendente, pero tremendamente doloroso y que requería un control de las emociones, una ausencia de sentimientos, un desarraigo tan grande, que le devoraba por dentro.
Suicidio, asesinato, eran otras opciones que se le planteaban pero demasiado cobardes e indignas, demasiado fáciles pero válidas en los días en que su fe, su seguridad sobre la conciencia de que ella tenía los mismos pensamientos que el, se tambaleaba.
¿ Que pasaría si toda fuera una simple invención suya?..si aquel ser no tuviera nada de especial??
En este caso, el conocimiento de la verdad sería mortal y definitivo.
El bus llegó a su parada, se bajo y fue caminando el trozo que le restaba hasta el trabajo, entre este y otros pensamientos.
Al llegar a su puesto de trabajo, comenzó a teclear sin para hasta la hora de salir, cogió el bus de vuelta a casa, tomó una copa con los amigos, cenó y se fue a dormir.
En todo este periodo, no dijo una sola palabra, ni nunca mas volvió a hablar con nadie.
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