Quiso el destino
que advirtiera de a poco,
un pequeño brillo
en este otoño.
Destemplado por el tono de los días,
noches sin luna y sin estrellas,
doblegó la alegría de mi rostro.
Comenzó después,
como un gesto de inocencia,
a dibujarse un cuerpo,
una cara, unos ojos y
cabellos del color del otoño,
a reflejarse en lo
profundo de mi alma.
Ví como crecía
en mis horas de ensueño,
lento, fuerte y grande,
como sol de amanecer,
el afecto.
Fue trepando y envolviendo
como a una piedra en el río,
una pequeña enredadera
que al final, lo cambia todo.
No aparece la dureza mineral,
tan solo la belleza
de aquél verde.
Veo ahora cómo crece
en las horas de mis sueños,
lenta, fuerte y grande,
como luna llena
detrás del horizonte, tu ternura.
Quiso el destino y este otoño
que la ternura
tenga forma de persona.
Quisieron,
las horas de mis sueños,
que esa persona
seas vos.
|