“locura: hacer siempre lo mismo y esperar resultados diferentes”
Albert Einsten
Madeline Marti se encontraba sentada en la entrada de su casa disfrutando del paisaje, y tomando fotografías de las dulces aves que paseaba temerosas frente a ella. Ella era una joven demasiado metódica y calculadora a sus cortos 20 años había aprendido que no se puede confiar en las personas. Este viernes toda su vida cambiaria, daría un giro total para empezar a vivir con la pasión que motiva a los seres humanos a seguir respirando.
Andrew Marti se trasladaba de casa, un joven apuesto que no aparentaba mas de 22 años, dueño de su vida, independiente, todo un hombre de negocios, se pasaba después de escapar milagrosamente de una persecución policial, con escándalo de amante incluido, había decidido empezar una nueva vida sin dejar de lado sus negocios.
Madeline y Andrew nunca se habían visto y cualquier parecido en sus apellidos era simple coincidencia. Andrew había quedado muy impresionado por la belleza de Mady, le encantaba su mirada, y la pasaba todo el día haciéndole la vida imposible; se metía a su cuarto a dibujar grafitos de amor con doble intención, un tanto insinuantes, que cada día se volvía mas insoportable, esto obviamente solo lograba hacer enojar mas a Madeline, incrementado así el odio hacia su vecino, ella no se quedaba quieta ante esta situación también cruzaba los techos, y entraba a su cuarto a esperar a que el llegara para darle las gracias por el dibujito y llenarlo de pintura con la típica sonrisa de picara y de maldad que ella solía usar con el.
Cada día ambos salían a la misma hora, ella se dirigía a la universidad, era una excelente estudiante; y el a sus “citas de negocios”.
Andrew Marti podía gozar del amor de cualquier mujer, su amplia billetera era capaz de despertar la mas escondida pasión, en las mas bellas y destacadas señoritas de su núcleo social, pero el problema es que Mady no era cualquier mujer ella era como aun suelo escuchar de sus amigos “un caso aparte”, incluso su hermano Richard que a la vez era psicólogo de su vecina solía afirmar con cierto aire irónico “al fin encontré a una dama real que le diga no al niño consentido de mi madre”.
Madeline recurría a un psicólogo porque desde pequeña ha tenido fuerte pesadillas y últimamente habían vuelto a reaparecer soñaba que un lunático entraba en su cuarto y apuntaba con un arma en su cerebro haciendo tiros en falso.
Cada que esto sucedía ella perdía por completo la calma, concentración y dedicación habitual, llegando hasta a perder parcialmente la memoria debido a los altos grado de estrés al que era sometida; padecía de una clase de demencia temporal que terminaba en depresión.
Un día Andrew salio como siempre, pero se detuvo al ver que su vecinita no había salido, estaba aterrado y una agónica preocupación se origino en el; un escalofrió le recorrió toda la espalda, haciendo que se devolviera a esperarla. Ella había despertado después de una difícil noche, bebió el mas fuerte vino tinto que encontró y salio a caminar, pronto llego a un espacio solo, donde se encontraba un bello rió, saco una daga del bolso y pensó en cortar sus venas, menos mal que solo alcanzo a pensarlo, por que Andrew la había seguido todo el camino, y logro evitar la inútil acción.
Mady estaba furiosa y súper embriagada:
- tan metido, porque no se ocupa de sus asuntos… y de sus amiguitas…mmm…o sus amantes! O lo que sea. Y me deja hacer mi vida en paz, usted parece un karma personal…
Andrew puso una cara de absoluta sorpresa, como una chica tan linda, iba a tomar esa decisión, pero de pronto pensó a que se debía, y cambiando su mirada por una tierna y apacible (que por cierto nunca hacia) dijo:
- no soy metido, es que me preocupo por ti. Que te parece si yo te invito a salir, y por favor no me vayas a golpear!, de pronto despejando tu mente, tus pesadillas puedan desaparecer.
Poco a poco la chica fue cediendo, su mirada se puso normal, y sus nervios disminuyeron, y acepto la propuesta de su Andrew, de todas formas que más tenia que perder?.
En ese tiempo aproximadamente un mes, conoció muchos hermosos lugares de gran arquitectura, centros culturales y haciendas espectaculares que ni la mas organizada red empresarial podía tener, atendida siempre como una reina por los empleados de dichos lugares. Andrew cuidaba su sueño todas las noches y pensaba que de pronto algún día podía ser feliz al lado de Madeline, llegando a idealizar tanto su mundo que tanta perfección en ese momento no podía ser arruinada.
Mady nunca entendió como un hombre tan joven podía ser el dueño absoluto de tanta fortuna, pero ya había un leve indicio para responder a esto, debido a las llamada misteriosas que eran imposibles de evadir para el e imposible de escuchar para ella. En un país donde la pobreza y el desempleo crecen desproporcionadamente, los únicos con tanto dinero son los políticos, los empresarios de larga trayectoria o los narcotraficantes, y obviamente Andrew no era empresario ni mucho menos político.
Sin embargo ella nunca dijo nada al respecto, solo se dedico a disfrutar de su compañía que cada día se tornaba mas agradable, y lo mejor es que sus pesadillas habían desaparecido casi por completo, pronto estaría curada y su vida volvería a la normalidad. Cada día era una aventura, su frialdad se esfumo y cada nuevo amanecer el recuerdo del joven de perfectos ojos azules, le hacia latir el corazón, definitivamente estaba enamorada.
Un día cuando ya todo había pasado y después de que Andrew había acompañado a Mady a su última cita con Richard, el saco una hermosa sortija de su bolsillo y le propuso matrimonio, pero ella no acepto:
- no puedo, porque para casarse conmigo usted caballero- dijo acercándosele con ojos coquetos – primero tiene que ser mi novio.
Los dos se rieron felices, salieron a pasear, y ella quedo con la linda argolla que representa su amor. Andrew le dijo que antes debía confesarle algo muy importante. Y justo en ese momento mágico, donde las dos almas se encuentran y los corazones se ensanchan tanto que se puede casi sentir flotar, ella reacciono y pregunto por eso tan importante que le tenía que decir.
El respiro profundo, y pensó en lo difícil que iba a ser decirle algo de esa magnitud y más aun conociendo a su novia como la conocía, pero sin más reparos; simple, sencillo y sin adorno dijo:
- soy narcotraficante.
La razón de Mady freno, se congelo, su rostro palideció hasta tomar casi una expresión selpucral , todos sus lindos pensamientos empezaron a desmoronarse frente a ella, y como si la felicidad también tuviese su pudor se bajo del auto diciendo fuerte:
- que!!! Yo no puedo ser la novia de un narco, te odio, porque me mentiste, cometí el peor error de mi vida, es que claro todo era demasiado bueno para ser verdad. Porque el mundo no puedo ser perfecto.
Sus ojos se llenaron de lágrimas y comenzó a caminar sin rumbo fijo…
Que relación tan breve si la vida no se midiera en tiempo real pudiese considerarse esta relación como eterna, porque aunque no se habían visto antes, el universo ideal los tenia hechos el uno para el otro, pero lastimosamente en el mundo material este precioso noviazgo duro tan solo unas horas, cortas horas de alimentar nobles ideales, de sentir que todo empezaba a encajar, de creer que todo puede ser perfecto.
Amaneció, ya Acercándose mediodía, Mady Apenas aparecía
en su casa, Andrew la estaba esperando con un hermoso ramo de rosas amarillas que a ella tanto le gustaban.
- discúlpame Madeline, yo puedo… bueno podemos, irnos del país, bien lejos, comenzar de nuevo, encontrare un trabajo normal y tu serás una gran profesional.
Ella solo mostró una intimidante repulsión, su interior estaba deshecho… Andrew se fue y puso las rosas en la puerta.
El había cambiado mucho por ella y estaba dispuesto cambiar aun más, pero ella ya no lo escuchaba, ya todo había terminado.
Mady pensó todo el día en el, fue un día eterno, largo y mas rutinario que de costumbre, hacia frió y su alma estaba inquieta, se puso a pensar, tal vez el tenia razón, ella lo podía amar e Irse del país
como jóvenes amantes que eran, y ser felices por siempre, como en ese mundo idealista, que ella misma se había negado por querer hacer siempre todo bien, quizás por una simple estupidez; y salio corriendo a buscarlo.
Pero vaya sorpresa, al encontrarlo tirado en el suelo sujetando una botella de vodka y unas pastilla de éxtasis, Andrew Marti murió ese día por una sobredosis, una profunda sobredosis de amor y dolor. Mady se sintió morir, y tomando el revolver de su amado, recordó sus pesadillas y dio dos tiros en su cerebro… con su último aliento beso por primera vez a su joven de ojos celestes y sintiendo una profunda paz, pensó:
- así, sabrían sus besos, como balas que aniquilan a la razón.
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