El tiempo se abre camino en mi cuerpo, ¿sabés?.
Ahora luzco más interesante, el aspecto intelectual me da una sombría seguridad que no tengo... El pecho... bueno el pecho siempre me jode, siempre duele cuando ando rápido, cuando la lentitud se hace enemiga para llegar a tiempo a cualquier lado...
Entonces de nuevo eso, el fondo amarillo ("como un capricho"), el fondo violeta, el fondo blanco de la bebida... esa que me abraza y me devuelve donde no necesito edad, ni tiempo. Donde soy lo que verdaderamente debo ser...
Vuelvo a leer el futuro de los muertos en sueños, vuelvo a entender el lenguaje del fuego saliendo de ojos sin vida, de vidas que no quieren vivir más...
Y entonces recuerdo que por más esfuerzo que meta a vivir, por más gana de explicar que no tengo modo ni manera de salir, de seguir jugando a que puedo llegar a tener un futuro certero y verdadero...
Lo de siempre: desde acá las putas y los yonkis me saludan y me toman la mano, pero no para pedirme fuerza o aliento, si no para pasarme un poco de su amargura. Los mendigos me dan fuego, y en sus ojos de hambruna me cuentan que siempre tendré un lugar con ellos... Las gitanas me besan el paso, me delinean los tatuajes en su calé tan oscuro...
Y, desde acá, lo único que hago es, pensando en tu reflejo, arrancarme de las luces oscuras de esa muerte que algunos buscamos, y me quedo un rato, a ver si es cierto que esta vida, la vida que veo y aprecio, es mentira.
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