UN SILLÓN CON FORMA DE INTERROGANTE
Sentado en un sillón con forma de interrogante se dijo para sí:
Lo que sucede es que aún parándonos a reflexionar, dejándonos caer en un paréntesis para analizar lo pasado o lo que está por suceder, el tiempo continúa con su paso lento, cansino, repetitivo; Él sólo juega su papel, es el lienzo en blanco por suceder, tenemos que rellenarlo lo mejor que podamos, sepamos o queramos.
Hay tímidas preguntas que no obtienen respuestas, no porque no las tengan sino porque de saberlas las preguntas carecerían de sentido y esas ilusiones que nos mueven caerían en saco roto. Nuestros sueños navegan por ambiguos mares que moldeamos cual si fuesen de arcilla y eso hace que creamos que la realidad es de una forma determinada cuando somos nosotros mismos quienes la hemos deformado, imaginándola diferente.
Es por eso que le digo que si su barca de la esperanza navega por esas aguas sin importarle si encontrará el puerto deseado, abra las velas y déjese balancear por el viento, de lo contrario, si tiene prisa por llegar, ponga sus pies en otro puerto pues quizás, aunque no sea el deseado, es el que le toca por designios del destino.
La noche y el día beben de las mismas aguas aunque estas sean de diferentes colores y en ellas habiten los mismos seres.
Hoy le tiendo mi mano al Sol, una mano de la que no notará su tacto, pero que acaricia por dentro. No notará su piel, pero es que hay caricias que no se ven, sólo se sienten.
Cada persona es un mundo, y entre estos infinidad de ecosistemas, y más allá, más allá el silencio…
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