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Era un día lluvioso aquel 25 de noviembre de 1944, cuando el presidente de los Estados Unidos en la Casa Blanca dió luz verde al proyecto Manhattan. Ya estaba decidido todo: hora de la explosión, el avión y la tripulación, formada por el Coronel Tibbets, el tirador Ferebee, el navegador Van kirk, el radar Beser y yo, el Capitán Bob Lewis.

Éramos la tripulación de un B-29, y como todos los bombarderos, teníamos la misión de bombardear objetivos nazis.

Un día muy temprano nos ordenaron que nos presentáramos al general. Éste con cara muy seria nos dijo que nos destinaban a una base en Estados Unidos, para una misión de alto riesgo. Lo último que nos dijo no recuerdo lo que fue ya que pegamos un grito de alegría al saber que volvíamos a casa.

Al llegar a la base vino un jeep militar sucio y muy estropeado, conducido por un cabo que nos recogió y a toda velocidad nos llevó al edificio principal. Allí nos bajamos la tripulación y yo. El cabo nos condujo a una sala y nos dejó esperando. La sala estaba decorada tipo inglés, todo de madera con grandes estanterías aisladas, llenas de libros de aviación. La habitación también contenía unos sofás de cuero marrón rodeando una chimenea tallada en una especie de roca saliente de la pared.

Mientras nos íbamos quedando asombrados de aquella habitación entró por una puerta trasera un general, perfectamente vestido y en galardonado. Nos pidió que tomáramos asientos. Nos sentamos en los sofás de cuero, y empezamos a hablar:

-Señores, han sido elegidos para efectuar una misión de suma importancia, pero antes de seguir, ¿hay alguno que no quiera continuar?

Nos miramos y nos preguntamos con la mirada qué estaba pasando, era la primera vez que nos preguntaban eso, empezaba a oler mal, pero intrigados nadie dio respuesta, el general volvió a tomar la palabra.

-Muy bien señores, van a ser ustedes entrenados para combatir contra los japoneses.

-Perdone mi general.- Interrumpió el coronel. -Dice que vamos a recibir una instrucción especializada, para combatir contra los Japoneses.

-Me ha oído bien, coronel.- Contestó el general.

-Perdone el atrevimiento, mi general, pero ya hemos derribado varios cazas japoneses, y creo que mi tripulación y yo estamos capacitados para entrar ya en combate, señor.- Replicó el coronel.

-No lo dudo, pero esta instrucción es para otro tipo de misión. Si no quieren preguntar nada más ,les ruego que se retiren, menos ustedes dos.-Finalizó el general señalándonos al coronel y a mí. Los demás de la tripulación se retiraron a sus cuartos para descansar.

El general se levantó, y cuando salió el último, corrió el cerrojo de la puerta y se acercó a nosotros. Empezó a susurrarnos:

-Se les ha designado una misión de alto secreto, además de alta importancia para el mando supremo. Su misión es la de lanzar una bomba nuclear sobre Hiroshima. Esta misión ha sido llamada con el nombre enclave de “Misión Manhattan”. Lo que les acabo de decir no puede salir de esta habitación, no se lo pueden transmitir al resto de la tripulación. ¿Entendido?

El coronel y yo levantamos la cabeza, y con la cara totalmente pálida contestamos:

-Lo hemos entendido.

Con el corazón encogido nos retiramos a nuestras respectivas habitaciones sin dirigirnos una sola palabra.

Al llegar a la habitación no me fijé cómo estaba decorada, me fui a
la cama, ya que no era capaz de reaccionar a lo que me acababan de decir, y escondiéndome de mi conciencia, me dormí.

Al día siguiente me levanté a las ocho para empezar el adiestramiento. Empezamos con un vuelo de instrucción, nos enseñaba un capitán recién salido de la academia, lo cual era un poco humillante. Después de estar volando durante unas tres o cuatro horas, empezamos a estudiar el avión, cada tornillo, tubo o trozo de aluminio, y ver lo que sobraba para quitarlo y poder aumentar la capacidad de carga, ya que la bomba pesaría unos dos mil kilos. A continuación íbamos a clases donde nos intentaban convencer de que cualquier cosa que hiciéramos, si era para Estados Unidos, estaba bien, cosa que nos enojó bastante al coronel y a mí, ya que no nos lo esperábamos.

Estuvimos recibiendo instrucción durante unos meses, hasta que un día estallé y fui directo al general. Hablamos en la sala en la que nos comunicaron nuestra misión, y tuvimos un dialogo parecido a este:

-Buenas tardes, mi general- Rompí el silencio.

-Buenas tardes Bob, ¿cómo te va?-Contestó el general con su tono grave y su rostro serio, más aún que cuando nos vimos por primera vez.

Hice un amago para presentar mi excusa, lo cual no pude, ya que el general me inspiraba un profundo respeto, por su anchura de hombros, su pelo canoso y una pequeña cicatriz en el cuello, cosa que me hacía reconsiderar mi propuesta. Al cabo de unos segundos conseguí pronunciar unas palabras:

-Me va muy bien, mi general, pero... ¿podría hacerle una pregunta señor?

-Continúe.- Contestó un poco más animado.

-Bueno, señor, me gustaría saber una cosa.¿No habría alguna forma de que se le encargara esta misión a otra tripulación? No es que quiera dimitir, señor, lo que le digo es que no puedo dormir, no tengo apetito, paso el día pensando “será hoy o mañana” y no puedo entregarme por entero a mi servicio.-

-Le entiendo Bob, a mí me pasa lo mismo. Se lo pregunté al mando, incluso escribí un informe para impedir esa matanza y me contestaron que a muy pesar suyo era inevitable. Acto seguido, les dije que dimitía de mi cargo; se les cambió la cara hasta el punto en el que entendí que ya lo sabía y por tanto no podía irme. Lo mismo le pasa a usted, ¿lo entiende?, no puede dejarlo ya, además el vuelo será mañana 6 de agosto de 1945, y acuérdese de esta fecha, porque pasará a la historia. Buenas noches Bob, váyase a dormir, que mañana necesitará estar muy descansado.

El general se levantó y se fue de la habitación. Seguido, me levanté y me fui a mi cuarto. Ahí empecé a tener una lucha moral muy fuerte, tanto que me planteé el suicidio, no podía creer que mañana morirían miles de personas, familias enteras, niños... No sabía qué hacer. Estuve así durante toda la noche hasta las seis de la mañana que sonó el despertador, avisándome que la hora había llegado. No podía ponerme en pie, las piernas me temblaban, el estómago me rugía y el lanzamiento de esa gran bomba, invadía todo pensamiento y deseo. Al fin me puse en pie y me fui a preparar para aquel largo vuelo. Cogí mi cazadora de cuero, mi gorra y los pantalones. Dentro de la cazadora llevaba en el bolsillo interno una pequeña imagen de una mujer de tal belleza y hermosura que era divina, llevaba detrás de la imagen unas líneas de un idioma que nunca logré entender, ya que estaba escrito en una extraña lengua con muchas emes.

A las 6:30 nos reunimos toda la tripulación y comenzamos el proceso de despegue, con las preguntas del coronel y las respuestas de los distintos miembros de la tripulación:

-¿Radio?

-Comprobada y lista.

-¿Tirador?

-En su puesto y preparado

-¿Navegador?

-Situado y a sus ordenes mi coronel

-¿Sistemas?

-Funcionando y listo

-Pues despeguemos

El coronel finalizó. Se oían los motores del avión, a la vez que mi corazón se iba acelerando. Ya no había marcha atrás, asesinaríamos a miles de seres humanos, no sabía qué hacía participando en una cosa así.

Volábamos a 30.000 pies de altura, y ya solo faltaba media hora para llegar al objetivo, Hiroshima. El coronel me vió muy nervioso y comenzó a hablarme:

-Bueno, Bob, este infierno se acabará dentro de unos instantes. ¿Estás nervioso?

-Si, Señor. No sé qué hago aquí, ni por qué lo vamos a hacer.

-Bob, ahora es cuando debemos estar más unidos, no te creas que yo no estoy asustado.

-Señor, me lo creo.

Y al segundo empecé a sollozar y le dije al coronel:

-No estoy preparado, no puedo hacerlo. Cuando me alisté era para luchar contra los nazis y matar a soldados enemigos, no a civiles

-Cálmate, Bob, estamos llegando.- Me pidió el coronel con voz muy triste.

Unos segundos después oímos al tirador riéndose y gritando de alegría:

-¡¡¡Paquete fuera!!!

Desde las 8:15 de la mañana del 6 de agosto de 1945, H el mundo no volvería a ser el mismo, ni yo volvería a ser el mismo.

Texto agregado el 20-03-2004, y leído por 229 visitantes. (0 votos)


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