AL VIENTO O AL DESIERTO
Ramiro R. Romero
Este sueño empieza parecido a uno soñado o inventado (creo que es lo mismo, en todo caso escrito) por Jorge L. Borges y, quizás, su final no sea tan disímil.
En un remoto punto del desierto, hay una pequeña habitación sin techo, de paredes bajas hechas de barro, donde un hombre, sentado frente a una austera mesa, escribe en una de las tantas hojas sueltas que pueblan la habitación.
Sabemos que lo que escribe es un poema. Sabemos que el poema cuenta el recorrido que hace una hoja de papel (en la que está escrito el poema) llevada por el viento.
La hoja primero cae de la mesa y luego trasciende los límites de la habitación, acompañada de otras hojas como ella que toman diferentes caminos. El recorrido de la hoja nos revela que la habitación esta ubicada en el centro de un laberinto cuyas paredes también son de barro.
A la deriva, la hoja deja atrás al laberinto y recorre libre el basto desierto, hasta que una mano de mujer la captura. El viaje de la hoja termina bajo el brazo de esta mujer, junto a otras hojas más.
La mujer recorre el desierto juntando las hojas que el viento parece traerle y quizás en su camino se encuentre algún día frente a las puertas del laberinto.
Sabemos también que cuando esto suceda la mujer desaparecerá al cruzar el umbral y que también desaparecerán el laberinto, las hojas y el hombre, quedando sólo el viento y el desierto.
Hay, sin embargo, algo que tal vez ignoremos por siempre, y es a quién de los dos pertenece este sueño, al viento o al desierto.
A propósito de este sueño, ha querido el azar o el destino ("esos dos nombres/de una secreta cosa que ignoramos") que llegue a mis manos un curioso poema, en forma de haiku, perteneciente a un ignoto (y/o inexistente) poeta que, por las características del poema, podemos suponer que es árabe, japonés o bien un niño:
Sin espejismos,
el viento y el desierto
se aburren mucho.
28 de agosto de 2007
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