Hola mi amor, hoy te vi…por un momento hubiera parecido que el cielo ya no tenía ese azul (aparente) que solía tener, pero al verte de nuevo (aunque fuese menos de cinco minutos) volvió a relucir esa luz, aunque tú no te hayas percatado de la diferencia.
Sentiste lástima por mí hoy, ¡vaya!, realmente debo de verme muy mal para que sientas lástima por mí, no te preocupes amiga mía, continúa como hasta ahora lo haz hecho, no pretendo que sientas ni siquiera empatía por mí, por eso no quería verte; y, desgraciadamente me faltaron las fuerzas para negarte que nos viéramos hoy.
Dices que tu vida ha cambiado, que aquél amor según tú tan lejano en ese entonces, es ahora tu nuevo amor. Amiga, solamente puedo decirte que te deseo que te haga sentir lo que jamás pude hacerte sentir yo.
Tus palabras fueron muy claras “tranquilízate y vete a dormir”, cómo quieres tú que me tranquilice, o mejor dicho ¿qué es tranquilizarse para ti?, ¿que ya no lloré, que no agonice con este dolor, que finja ser feliz por tu nuevo amor?, no amiga, discúlpame hermosa amapola de mi vida, no puedo fingir que me siento feliz al saber que estas con alguien más; sin embargo y a cambio puedo ofrecerte mis mejores deseos y que jamás sufras como lo estoy haciendo yo.
Tranquilizar puede significar muchas cosas, fingir que ya no pienso en ti, tomar el primer amor que se me proponga y engañarme repitiéndome que soy feliz…no amor mío, no puedo fingir que ya no siento nada por ti, de las pocas promesas que puedo sostenerte es que mi amor perdurará; y no importa que tardes un día, un mes, un año, una década o más, siempre mi amor estará de una manera inamovible solamente para ti; y, quizá el tiempo pase y siga pasando sin más, y algún día, cuando estés vieja te darás cuenta que ese amor que tuviste conmigo, nadie podrá ofrecértelo más.
No pretendo que te des cuenta en este momento, ni siquiera esto lo leerás, pero para que alguien cuente algún día, que mi amor así de desinteresado siempre será.
Cuenta todas las estrellas a su lado, las mismas que yo al tuyo no pude contar, finge que tienes frío para poderle abrazar, róbale la mitad de los besos que yo te quisiera dar, platícale de la infinidad, siente lo mismo que me hiciste sentir, que esa infinidad realmente existe cuando a quien amas a tu lado esta. Acaricia su pierna sin que nadie más lo sepa, dile con tu mirada cuanto le amas, puedo decirte, que contigo aprendí a que en ocasiones las palabras sobran.
Quizá no lo recuerdes, alguna ocasión te pedí que me regalaras una caricia…me he dado cuenta de que es tan fácil olvidarme, que solamente quería conservar ese instante; y, gracias, aún lo conservo. Esas caricias que aún tengo conmigo, son las mismas que aún hacen que pueda atesorar intacto tu recuerdo.
Me voy, a mis cortos veinticuatro años mis lentes se han empañado en el debate de tu nuevo amor contra mi tristeza, la luna ya no alumbra mi ventana, esa medida de tiempo que contigo aprendí, quiere decir que ya es tarde, o mejor dicho temprano, aún no entiendo la diferencia si de todas formas sigo pensando en ti.
Te mando el más tierno de los besos que no podré darte más y acobijo tu recuerdo para dormirlo en mis penumbras…por cierto, nunca dejes de contar las estrellas, que son las mismas que miraré a pesar de que ya no estés.
|