¡Ah! Si pudiera mirar,
ahora, tu cuerpo
en mis ojos,
como en el otoño pasado.
No volaré como los Anemoi,
no, no, no, amor,
yo levantaré solamente
el pensamiento.
¡Ah! Si pudiera volar,
sin alas,
estaría en el centro
de tu atención.
El amor espera la época de entrar,
y da un salto invisible,
en la energía cósmica,
del silencio de tus ojos.
Dimitri, miraré desde allí arriba,
desde el Monte Olimpo,
entre las nubes blancas,
desde la altivez de esa sensación.
Dimitri, de mis sueños de oro,
con los elogios y la dulzura de las palabras,
ahora tan distante de mi Chile, sin embargo,
cerca, en la pantalla de mi computadora.
Como el día que
nos conocimos,
yo una turista en Grecia
y tú mi guía.
Solamente así,
tú existes para amarme,
poseyendo mi imagen verdadera,
en el amatorio de las meditaciones hermosas.
Observaré tus ojos negros,
zambullidos en tu Mar Egeo, siempre,
siempre, mi corazón será tuyo.
Recordaré a los griegos de las leyendas,
y en el vuelo del comienzo, yo te tomaré,
en el amor, besos supremos
de las dulzuras y mil abrazos...te daré.
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