Casualidad o Causalidad
“Casua…” o “Causa…”La “s” un lugar más adelante o más atrás forma dos palabras que están separadas por un abismo.
¿Existe la “Casualidad”? Empecemos por copiar como define la enciclopedia esta palabra. ¿Y que escribe sobre “Causalidad”?: Ley en virtud de la cual se producen efectos> Así que según ella, la primera es una “combinación de circunstancias” y la segunda es una “ley”.
Después de haberme dado cuenta que no existe la “casualidad” o si no, no pudiera existir el Karma, todo lo que nos sucede o sucede alrededor nuestro es “causalidad”. Causa y efecto. Todo está enhebrado de tal forma que parece una tela de araña. Cuando se toca una hebrita de esa tela, no importa en que lugar, toda la telaraña vibra y le avisa a su moradora que alguien cayó en su trampa. Cuando uno efectúa una “causa” enseguida la vibración de esa “causa” surte un “efecto”, positivo o negativo dependiendo de la “causa”
Nosotros somos puestos a prueba muchas veces, cuánto más sabemos, más dura es la prueba. Más de una vez la he perdido por mis defectos que lamentablemente tengo. Así que ya hace años comencé a pulir las aristas negativas de mi carácter (no se olviden que en eso tenemos 100% Libre Albedrío, leer ese tema) y antes de decir algo o hacer algo, lo pienso, y luego lo hago o no dependiendo a que conclusión llegué. Pero para mi satisfacción he podido quitar algo de esos defectos (aún sigo luchando denodadamente contra ellos), preguntándome si vale la pena decir tal o cual cosa, o no dar tal o cual cosa si puedo darla. Ese constante pulido de mis defectos me ha dado muchas satisfacciones personales, he recibido mucha ayuda. A veces pienso que recibo mucho más de lo que doy, pero todo es equitativo.
He visto como el Destino, para llamarlo de un modo, me pone a las personas al lado mío para yo poder hacer algo a favor de ellas o no. En los aeropuertos haciendo fila para el “check in” escucho conversaciones detrás de mí, quejándose alguien a su acompañante por un dolor de estómago o cabeza. Ahí tengo claramente una prueba. Puedo simplemente escuchar ese comentario, o hacer lo que siempre hago, ofrecerle darle energía para que ese malestar desaparezca. Y hasta ahora siempre surtió efecto. Pude con la ayuda de Dios, ya que yo soy simplemente un canal por el que pasa la energía, quitar esa molestia. Esa persona no me conoce, ni yo a ella. Pero pudo sentir en propio cuerpo como sí existe “algo” que la alivió. Y lo importante de eso es, que al regresar a su casa y comentar lo del viaje, también comentará sobre aquella mujer de edad desconocida, que le quitó un malestar que le iba a amargar el viaje, con algo que ella denominó “energía”. Y así se da a conocer que existe algo más que lo que podemos probar con los cinco sentidos. Eso se llama sincronicidad. Estar en el lugar y momento exacto cuando la persona que deba recibir algo llega.
Les cuento algo donde se ve claramente la sincronicidad entre personas y hechos. Me habían enviado al Cuzco en Perú, no sabía porque (nunca se porque me envían a cierto lugar, solamente obedezco) y al no tener idea que debía hacer ahí, caminé por sus calles esperando que la persona o personas aparecieran. Después de caminar un buen rato, sin que nada hubiera sucedido, decidí regresar al hotel. Así que tomé el camino de regreso. Mientras estaba caminando y me faltaba aún una cuadra para llegar veo que en la calle se acerca lentamente un auto y me pasa. No le doy importancia, pero en el momento que estoy a su altura, se abre la puerta trasera, y una señora de cierta edad y bastante voluminosa trata de salir, pero con tan mala fortuna que se cae con ambas rodillas al suelo. En seguida vienen varias personas a socorrerla y la sientan en un banquito que estaba justamente en la vereda (que raro ¿no?)y que pertenecía a una vendedora ambulante. Me acerco a ella y le pregunto si se lastimó. Me dice que una rodilla le duele. Claro como no le iba a doler si cayó con todo su peso sobre ella, y la señora no era precisamente delgada. Así que le puse mis manos sobre esa rodilla pasándole energía, y a los pocos minutos se sintió bien y yo seguí mi camino. Si yo hubiera caminado más de prisa, todo eso hubiera sucedido detrás de mí y no me hubiera enterado. O si hubiera caminado más despacio, todo ya hubiera pasado cuando yo hubiera llegado a ese lugar. ¡Pero no! La sincronización fue perfecta. El ritmo de mis pasos y la velocidad del auto coincidieron para que nos encontráramos en el lugar exacto en el momento exacto. Porque con esa señora. ¡Vaya a saber! ¿Quien era ella? Tampoco lo se, y en verdad importa poco. Si fue una princesa o una pordiosera, ¿es importante? Fue una persona que pasó por un percance doloroso. Y créanme una caída sobre una rodilla le duele tanto a una princesa como a una pordiosera. El dolor no hace distinciones, no discrimina por sexo ni edades.
No importa adonde viaje, siempre encuentro en esos lugares personas que debo ayudar de una u otra forma. Y a veces me tengo que reír cuando veo como se mueven los hilos invisibles para nosotros los humanos, para que ciertas cosas sucedan para bien o para mal. Una revista que uno hojea en el consultorio de alguien mientras espera, y trae justamente un artículo que ya hace tiempo estaba buscando. O encontrarse con una amistad que le habla sobre algo que en ese momento estaba necesitando. O prender la radio y escuchar un reportaje sobre un nuevo medicamento que puede serle útil a un pariente suyo. ¿Casualidad? ¡No, y mil veces no!
Cada cual puede pensar lo que desee, ya que los pensamientos aún son libres, mismo en países en donde la palabra “democracia” es simplemente eso, una palabra, para la mayoría sin sentido.
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