Caminaba por el extraño mundo, no se adaptaba a él, había cambiado tanto su ser. Desde que recordaba, había sido encerrado en una hermosa caja de cristal, allí tenía lo necesario para vivir bien, placeres para sentirse mejor. La soledad fue siempre su amiga, su cómplice, y juntas iban orgullosas porque ambas eran compañía una de la otra.
Hasta ese día, muchos le decían: tienes que crecer; pero nunca le dieron fecha exacta, ella había olvidado el asunto, pues creía que el universo era ese caja, su caja, su mundo…
Alguien la arrancó de la fuerza, la sacó de allí dejando los cristales rotos y hechos trizas, destrozando su alma, pero ella no lo había notado hasta que abrió los ojos, y se encontró que allí, en ese lugar llamado vida real no pertenecía, que la trataban mal, que era inocente a muchas cosas absurdas, que la injusticia era el pan diario… por tanto, aburrida, decidió terminar con su sufrimiento, y, con los residuos de los cristales dar fin a su sufrimiento…
Construyo un mundo para ella sola, donde sus sueños volaron hacia el infinito, hacia lo cierto. |