Lo que ellos decían era verdad. Y con cada día que pasaba más evidente era. Entonces me vi forzada a asumir la realidad que tanta zozobra me causaría, zozobra que por esos tiempos me era absolutamente inimaginable.
Empezó mi caos y mi imaginaria salvación. Locura, mareos y efectos colaterales; fisgoneo, preocupación y bisbiseos de mi familia y conocidos, fueron las consecuencias en un comienzo.
Luego todo se tornó morado y azul marino, para terminar en el negro más profundo.
Tablas y números eran mi vida. Inspiraciones a lo enfermo mi entretención. Paranoia se convirtió en mi nombre y obcecación en mi apellido. Consideré execrables a los que no pensaban como yo, deleznables por la falta de control sobre ellos mismos. Mi soberbia asomaba desde mi interior cada vez más a menudo, como si tuviese razones para hacerlo.
Entonces vi un estallido y por un momento creí que el mundo se iluminaba de nuevo para mí, pero aquello era una mera quimera. La realidad estaba tan lejos de eso, como yo de la cordura.
Aquel estallido no había sido otra cosa que una explosión que no enfermó a nadie más que a mí. Y como yo ya lo estaba me hizo caer en el abismo del tiempo y retroceder desde mi meta a mi no meta.
Ahora yo era como los que consideraba deleznables hace tan solo unos meses, era yo la persona con menos control sobre la tierra. El control se me había escapado como líquido entre las manos, luego de estar tan aprisionado en mi corazón.
La vida se tornó aún más oscura que antes, pero con una diferencia; ahora yo era tan falsa que me reía cuando me estaba pudriendo por dentro.
No tardó mi perdición en hacerse evidente. Ya no era era lánguida ni hermosa para mí, sino que por el contrario, era fuerte y asquerosa. Y así como esto no tardó en evidenciarse, tampoco demoraron mucho mis continuos intentos por corregir y volver a mi mundo de color negro profundo.
Comenzé a devolver lo que me destruía y a evitarlo, saliendo no siempre victoriosa de mis hazañas. Reflexionaba constantemente sobre mi error, aunque al mismo tiempo, incompresiblemente, añoraba los tiempos anteriores.
Ahora ya no devuelvo ni evito a mi mayor miedo, incluso intento disfrutar de él, mi mundo es rojo y lo gozo de vez en cuando. Pero sé que es cuestión de tiempo para que caiga en un vaso de agua tan negra que disipará su color y lo volverá del negro más profundo que haya visto alguien nunca. |