Cuanta costra has removido, sin sentido y con sentido, cuantas llagas has tenido que aun abundan en tu alma, en carne viva, en pedazos de costumbres acariciadas.
Costumbres, engendros morales, instancias que se pegan, ¡malditas sanguijuelas!, sacarlas nunca has podido, pues te alimentan, con dolor envilecen la pureza que alguna vez solamente en sueños tuviste.
rostro pálido que busca el sol, espalda de sombra, manos sucias, orejas sordas, digno representante del reino.
El creado de consecuencias, la siembra cuidada con esmero puesto que provee de espinas, y zarpazos de puma herido.
Cuantas veces, lagrimas buscaron la compasión del frágil rostro, cuantas otras flagelaron la confianza hecha de rosas.
Y esos miles de momentos, de entrega insólita, de muerte lenta, de gemido y ansia. Son abono a una vida de siembra in fértil, entre el carbón y la roca y entre los huesos fósiles, muestras generaciones des humanizadas.
Cuantas veces has dicho te amo, sin boca, sin mirada, solo la acción de decir. Un prejuicio que se muestra...en cada gota de gris cielo.
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