Quiero que nazca en Italia pero que sea locombiano, que México sea su patria y aprenda a hablar en lunfardo. Que las mozuelas de España lo acunen entre sus brazos y que lo arrulle el murmullo del Arapey en El Salto. Quiero que erguida la frente como un altivo araucano le diga siempre a la gente la verdad que oculta el garbo. Y que a la vez duro y tierno como los taitas del barrio sienta una angustia impotente por las penas de algún tango. Que aprenda a ignorar el falso poder que furca el dinero y comprenda la importancia que tienen los sentimientos. Que sepa que los amigos son de nuestra alma el reflejo en las aguas de un oasis que nos busca en el desierto. Quiero que aprenda los tonos cambiantes cuando los vientos acompañan a los ríos que bajan siempre risueños. Quiero que tenga mi hijo los ojos mansos y tiernos de aquel que siendo poeta calla y escucha en silencio. Que en un nocturno concierto junto al grillo y la cigarra con alma eterna de niño mijo pulse una guitarra. Que no lo amarguen el odio ni la envidia, ni el malsano afán del dólar y el oro para que sea un hombre sabio. Quiero que sea mi hijo mejor que yo, y que Giuliano.
Texto agregado el 24-08-2007, y leído por 435 visitantes. (9 votos)