Oír tu voz, es un deleite, suena a dulce melodía,
Tu sonrisa cantarina, alimenta mi alma,
Aumenta mis energías y mi espíritu se eleva.
A la orilla de este arroyo, los elfos y algunas hadas me envían inspiración,
Yo les hablo, los respeto, ciento que están aquí,
Hasta creo verlos, cuando el viento mese los árboles,
Vuelvo a escuchar tu sonrisa,
Ellos también te escuchan, y como por arte de magia, te convierten en mi musa,

A la derecha del arroyo, hay un pequeño bosque,
Donde los duendes y gnomos hacen sus travesuras,
Y en medio de la espesura, algunas lucecitas,
Me muestran que están allí, unas pequeñas haditas.
Cuanta belleza hay oculta frente a nosotros mismos,
Algunos por ignorar la existencia de estos seres,
Otros por indiferencia, y el resto por no creer,
Se pierden de experimentar y ver, estos seres elementales,

Que tan solo con nombrarlos y creer que allí están,
Seguro se mostrarán de una u otra forma,
Quizás una mariposa se te acerque en plena noche,
A mostrarnos sus colores que nunca vimos en otras,
Y así ellos se remanifiestan, vendrán a jugar con uno,
Solo debemos tener habilidad y gran anhelo de verlos y hablar con ellos,

Como son muy juguetones y a la vez muy traviesos,
Quizás nos escondan algo, y así al estar buscando,
Crean que con ellos estamos jugando.
Ellos se mostraran en forma muy diferente,
Una luz incandescente o en la pequeña brisa,
Dejando a nuestro lado lo que estábamos buscando,
Quizás escuches un canto, que viene desde muy lejos,
Es un pequeño elfos, que solo está a tu lado,
Mira si tienen propósitos, buscaron el momento,
Comencé hablando de tu sonrisa y termino hablando de ellos.