Qué lindo que estás, no cambiaste nada. Qué lindo es verte. Qué lindo tu pelo y qué lindo, mejor, qué hermoso que te hayas dejado el bigote. Qué linda camisa, qué lindos ojos, qué linda bicicleta. Qué lindo que estás. Te lo demuestro haciéndote mimos, y vos en la misma que yo. Todos charlan y yo charlo con todos, pero al final terminamos charlando solo nosotros, porque solo me interesás vos, que estás más fuerte que nunca.
Llega la hora de irse. Por alguna razón, pinta que me lleves en bicicleta, porque vivimos relativamente cerca. Te lo pido, porque a vos no se te ocurre, pero enseguida te copa la idea. Me da miedo viajar en el caño de una bici, pero no me importa, porque es tu caño. Porque en esa posición de pedalear y agarrar el manubrio, es como si me abrazaras por atrás. Arrancamos, yo saludo a todos por los dos.
"Agarrate bien, " me decís.
Vamos por la avenida, porque las calles rocosas me hacen mierda. En una pasamos un ómnibus. Vamos en una bici, a todo lo que da tratando de pasar en velocidad a un ómnibus, y al mismo tiempo cruzando un semáforo. Me pongo lo más derecho posible, lo más hacia atrás, lo más cerca de tu pecho caliente. Si me acerco mucho empezarías a sudar, por el esfuerzo, y por el calor. Chiflo y celebro las acrobacias que hacés para pasar autos y para llegar rápido, el riesgo que tomás para poder doblar a la izquierda, todo en bajada, todo con preferencia, sin pedalear, en la onda verde, contigo. Tiro la cabeza para atrás, la apoyo en tu hombro y sonrío. Hay tanta velocidad y tanta paz. Lo tranquilo se mezcla con lo acelerado. Empieza la subida y perdemos la preferencia, no hay más semáforos y te vas a cansar, te propongo que yo pedalee y vos manejes, pero para pedalear tendría que ir parado. No te gusta pero probamos. Pedal izquierdo, pedal derecho, pedal izquierdo, pedal derecho. Cada pedaleo que hago es mover el orto en frente a tu cuerpo. A cinco centímetros.
Cambiamos, vos pedaleás, yo dirijo. Para poder mantener el equilibrio, te apoyás en mis hombros. Cada tanto te soltás. 'Sin manos!', pienso siempre en decir, soltar el manubrio y agarrarte las tuyas, pero no creo que tengamos ese equilibrio en equipo. Vuelta al plan del principio, subís el cordón, esquivamos árboles, pozos y gente, es mucho más complicado pero mucho más divertido. Nos reímos todo el tiempo. Estás sudando pila. Yo también.
Llegamos. Parece idiota pero, no sé cómo llegamos. Es decir, ¿a dónde íbamos? ¿A tu casa? ¿No era el plan que me arrimes a mi casa? ¿Pero arrimarme cuánto? ¿Esto?
"¿Querés entrar a tomar algo?" me preguntás, y yo acepto.
Te sacás la camisa, te secás con una toalla, te agachas a buscar una camiseta, se te ve la raya del culo. Todo lo demás es superfluo. Te dio frío sacarte la camisa, te veo las tetillas paradas abajo de esa camiseta celeste que te pusiste. Te jodo y te las pellizco. Comento lo bien que está tu casa, mientras tomo jugo de limón de sobrecito. Charlamos un cacho, me termino el vaso y voy a mear al baño. Me miro al espejo. Soy lindo, soy atractivo, soy pudiente.
A la vuelta estás parado en la cocina, tomando tu jugo. Cuando paso por en frente tuyo, me pellizcás la cintura para hacerme cosquillas. Salto del susto/reflejo. Lo hacés de nuevo, pero no salto. Estás más cerca. Tenés las manos en mi cintura. Me hacés caricias. Hola, te digo, bajito, y me das un beso. |