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Johnny Mirror entra en escena

Johnny acaba de disponer secretamente el último de los dispositivos en el callejón. No sabe si los necesitará, pero Johnny es un chico precavido que prefiere hacer bien su trabajo.
Puesto ya éste observa el lugar donde se encuentra para asegurarse de que a primera vista los dispositivos resultan imposibles de descubrir.
Tras esto se dirige al campo de caza. Él no es una de esas personas que aman su trabajo, que disfrutan con la sangre. No. Simplemente quiere ganar suficiente dinero como para no tener que oler ninguna responsabilidad nunca más. Pero eso no quita que sea realmente bueno en lo que hace.
Finalmente llega al Morning star Cabaret, mira su reloj. Ya es la hora de que las cosas se muevan. Cualquier persona de los estratos altos de Electrocity sabe que el Morning star Cabaret tiene de las mejores y más lascivas mujeres de la ciudad, y que su situación en los suburbios lo convierte en un lugar discreto. En cambio, cualquier persona de los suburbios sabe que ahí, teniendo la confianza del jefe del local, Belial, uno puede conseguir información jugosa como qué peces gordos acostumbran a pasarse por ahí y cuales suelen ser sus horarios.
Y Johnny Mirror sabe que puede contar cuando quiera con la confianza de Belial.
Según lo dicho a esas horas debería estar por ahí uno de los grandes magnates de una importante empresa de armamentística. El hombre suele ir acompañado por un guardaespaldas. No es que Johnny sea un burdo asesino que pretenda matar a su presa y quedarse con todo lo que lleve, no. Aunque este tipo de gente lleve bastante encima para él no es suficiente, sabe que sabiendo jugar una buena mano de cartas se puede sacar más beneficio. Otro de los grandes de esa empresa le pagará realmente bien si se encarga de la presa, de ese trato si que puede sacar grandes beneficios. Ése es su oficio, sí, asesino a sueldo; pero él prefiere no ir diciéndolo por ahí.
Johnny se pasea un poco por el cabaret, se sienta en la barra y pide un poco de Azul Tormenta. La bebida, cargada entre otras cosas de dopamina, actuará como simpaticomimético; es decir, emulará la función del sistema nervioso simpático: dilatará sus pupilas, aumentará los latidos de su corazón, dilatará sus bronquios, estimulará sus glándulas suprarrenales… en pocas palabras, el Azul Tormenta le preparará psicológicamente para la acción.
La gente al pasar no puede evitar mirarle a los ojos con cierta inquietud. Muchas culturas en el pasado han insistido en que el ojo es el espejo del alma, que ver a alguien a los ojos implica ver un retazo de lo que es su espíritu. Pero los ojos de Johnny son literalmente espejos. Gracias a la ayuda de la Cirugía Dura, Johnny tiene un tipo de lentillas que resultan transparentes por dentro (permitiéndole tener una vista completamente normal) pero que por fuera parecen no más que dos pequeños espejos. Intentar ver su alma da como resultado ver tu propia alma reflejada en sus ojos.
Sí, Johnny Mirror te impone una autocrítica y, si le han pagado lo suficiente, la muerte.
Espera un rato paseando la mirada por el local. Quienes le conocen ya sospechan a qué ha venido y quienes no, nada prejuzgan, pues, más allá de la inquietante y casi grotesca mirada de Johnny, su aspecto no levanta sospecha alguna: unos pantalones de pitillo blanco, una camiseta negra y una chaqueta de cuero también más nívea que la nieve, y su pelo es de un plateado que da lugar a bonitos destellos.
El Azul Tormenta comienza a hacer efecto, Johnny puede sentir como su visión mejora gracia a la dilatación de sus pupilas, saborea la aceleración de sus latidos y nota como todo el vello del cuerpo se le eriza.
Viendo que su presa ya sale de una de las salas privadas, Johnny se pone en pie y de una rápida mirada analiza la situación. El guardaespaldas es grandote, pero no hay una altura a partir de la cual te permitan no sufrir un balazo o cualquier otro tipo de crudo contacto con el acero.
Por respeto a Belial esperará y atacará algo más lejos del Morning star.
Tal y como él esperaba el pez gordo y su guardaespaldas toman el camino hacia el ascensor que les llevará a un piso superior. Johnny sabe como funciona esa calaña que hace visitas a los pisos suburbanos: No utilizan el ascensor que conecta los distintos pisos de Electrocity ya que encuentran dicha herramienta impropia para su ralea; pero tampoco dejan su vehículo privado en un piso tan degradado ya que sería alimento para los ladrones, no, normalmente lo dejan en un piso intermedio al cual llegan con el ascensor.
Habiéndoles dejado el tiempo suficiente y situándose en un lugar lo suficientemente discreto Johnny dispara su primera bala, directa a la cabeza del magnate. Sin embargo cuando la bala comienza a acercarse se desvía y da contra una pared.
Mierda, piensa Johnny, conoce ese tipo de dispositivos de defensa: utilizan, de una manera que él desconoce, tecnología magnética de tal manera que repelen cualquier metal que se les acerque.
Para cuando se da cuenta el gorila ya se le está acercando con no muy buenas intenciones mientras el hombrecito sonríe al ver como un plan para asesinarle se ve frustrado.
Pero, vaya, diría muy poco a su favor el no estar preparado para situaciones como esas. Johnny adopta una posición de pelea. Ve venir el derechazo de la mole que era su contrincante. Piensa rápido su movimiento y lo efectúa con igual velocidad. Sin embargo no puede esquivar el puñetazo y un golpe de tamaño puño le lanza directo contra una pared. La presa sonríe con satisfacción, pero su sonrisa dura menos que la que se dibuja en el rostro de Johnny mientras se levanta: antes de recibir el impacto ha clavado con fría precisión un puñal de cristal en un punto vital del guardaespaldas, que no tarda en perder el equilibrio y caer muerto. Sí, Johnny no es un novato en esto de cazar, está preparado para cualquier situación.
Pero no se omitirá la verdad: él tampoco está en su mejor estado tras el daño que le ha producido el puñetazo. Así que, cuando el magnate echa a correr en dirección al ascensor, Johnny no puede perseguirle empleando toda su habitual rapidez. El pez se le escapa de las manos, y eso es algo que él no puede permitir.
Por suerte (aunque quizá la suerte no sea la culpable del giro de situación sino la prudencia del asesino) Mirror, cual ajedrecista o estratega, ha previsto y resuelto cualquier situación posible. Cuando calcula que la presa se acerca al punto donde los ha dejado, aprieta el botón del mando a distancia que acciona los dispositivos que ha dejado minutos antes de dirigirse al morning star.
La trampa se acciona.
El pánico se apodera de la presa cuando se ve a sí mismo multiplicado infinitas veces. Mientras Johnny se va acercando hacia él. La trampa juega con la luz y la refracta y refleja de tal manera que crea la ilusión de un laberinto de espejos, de esos que hay en las ferias. No es una trampa mortal, pero le permite a Mirror acercarse a su presa utilizar lo que tenga a mano, y cualquier cosa que él tenga a mano sí que suele ser letal.
El miedo que siente el hombrecito atrapado entre sus mil reflejos es indescriptible: sin saber a donde ir se ve atrapado entre su propia figura. Intenta escapar, pero cada giro supone un nuevo encuentro con mil copias suyas más. Y de repente en varios de los reflejos comienza a ver centenares de Johnny Mirror que se acercan lenta y tranquilamente hacia él. El miedo aumenta, multiplicándose más veces que los reflejos si cabe. Corre todo lo que sus piernas le permiten, pero las imágenes de su verdugo no se esfuman, conocen la naturaleza del laberinto y saben que camino tomar para, antes o después, alcanzarle. Comienza a cansarse y, al ver con que confianza se va acercando su minotauro de ojos de espejo, siente el más horrible sentimiento: la seguridad de que va a morir. Ve como un montón de manos se extienden con parsimonia hacia su cuello y aún no sabe cual de todas ellas realmente le tocará y cual es una ilusión. Y las manos hacen su trabajo rápida y limpiamente. Respondiendo al mando, el dispositivo se apaga y el laberinto se desvanece como un mal sueño, sólo Johnny y la presa cazada adornan el callejón. Acabada la parte más divertida Mirror se encarga de los tecnicismos: asegurarse del estado del hombrecito, sacar unas cuantas fotos, recoger los dispositivos del laberinto y telefonear a quien le encargó el trabajo para dar por zanjado el asunto.
Ya es casi medianoche y aún sigue lloviendo.
Johnny Mirror, quien si tiene casa no es que la utilice mucho, se dirige de nuevo al Morning Star a tomar algo y matar el tiempo, posiblemente su víctima más frecuente.
De camino allí pisa un charco y al bajar la mirada se queda un tiempo mirando su reflejo en el charco, el reflejo de sus ojos: espejo contra espejo, mil charcos se reproducen y Johnny pisa el mismísimo infinito; cien veces se ve ahogado dentro del charco; y ni una sola vez consigue verse verdaderamente los ojos, su alma o lo que sea que haya detrás de aquello.
Tampoco es que eso sea algo que le importe mucho a Johnny Mirror, así que sonríe y se va.
Y bajan el telón.

Texto agregado el 23-08-2007, y leído por 127 visitantes. (3 votos)


Lectores Opinan
30-08-2007 De entrada, Johnny ya se convirtió en uno de mis personajes preferidos... Me encantó la cuestión de los espejos; es algo bastante original... Sigo leyéndote en el próximo capítulo =) ¡Saludos! Miss_Vane
23-08-2007 heces batir a tus personajes en cada escena dejando todo lo que uno alcansa a imaginar con la mente al eer tus textos vas muy bien felicitaciones cada ves se pone mas interesante saludos neison
 
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