La Cazadora en terapia.
Las nubes tenían que estar, decorando un poco el cielo, una llovizna humedeciendo un poco el asfalto y los sectores de tierra fértil, y , de pronto, una lluvia torrencial. -Que tarde aburrida- pensó Diana, ¿Qué hago hoy?, abrió la puerta de su casa, y fue al baño donde se quitó la ropa mojada, encendió la televisión y en el noticiero se anunciaba que se avecinaba una tormenta, cambió rápidamente de canal, un anuncio publicitario la tentaba a hacer dieta, uno de esos productos para hacer gimnasia, por un precio moderado según las nuevas tendencias del mercado. Cambió nuevamente de canal, el zapping la entretenía. Recostada en su cama, desnuda de cintura para arriba y con una pierna cruzada sobre la otra, no lograba concentrarse, enfocar su mirada a la pantalla, a lo que estaba viendo, a eso que era el mundo exterior. Las imágenes pasaban fugaces, ante sus ojos. Acomodó mejor la almohada, acurrucada bajo su espalda, la usaba como un confortable respaldo. Llevándose una mano al pelo se corrió un fleco que le caía como un tobogán sobre su ojo izquierdo, y lo enroscó detrás de su oreja. Cambió nuevamente de canal, esta vez le llamó la atención una discusión que sostenían unos participantes de un programa televisivo deprimente, en el que se debatía sobre si debía construirse una lanzadera de naves espaciales en Toledo, en España, o en Rusia, así como otras construcciones que requieren de infraestructura de avanzada para lo que es de gran importancia científica. Al cabo de dos minutos se sentía agotada, sentía ardor en la vista, y se adormecía.
Cambió nuevamente de canal, mas desganada que antes, y enganchó una película. Un hombre viajaba en taxi para ir a ver a su mujer, ambos sufrían diez años de casados, pero en su matrimonio las cosas empeoraron infinitamente, hasta la difícil situación del espontáneo divorcio, en medio de ese caos palpitante: una niña neurótica. Años mas tarde, corría el año 2004 y ... su educación era dulzura callejera. En la víspera de la edad de los diecisiete años , se convirtió en prostituta, una cazadora ambulante de experiencias atrevidas. El trasfondo psicológico del que hacía mención el guión de la película exploraba un poco el sub-mundo de los sueños vívidos, porque la niña sufría pesadillas. Despertándose agitada, con la boca seca y con una extraña sensación de haber experimentado realmente los sueños que la atormentaban, no diferenciaba el mundo vígil del mundo onírico, la realidad... siempre dura, el mundo interior, donde la causa resulta esporádicamente imprevisible a los efectos surgidos antes del embrión de los pensamientos. Un día mientras trabajaba, la puta sufrió un accidente, que en cierto modo, cambiaria la forma de analizar su propia existencia. Mientras hablaba con un cliente, un tipo arrimándose le dijo que quería acostarse con ella, pero no disponía del dinero en ese momento. Ella no quería saber nada de semejante proposición indecorosa. El tipejo insistía en que estaba enamorado de ella, rogaba para si mismo por estar enamorado de ella, quizá sea...auto convencimiento, se decía a si mismo.
-Es subjetivo lo que siento por ti cuando te veo y sin verte mi mente divaga por el éter infinito insustancial que fluye entre los oasis cósmicos de la ilusión que riega los caminos desérticos que se cruzan en un distante despertar matutino en la orilla, en las piedras, a la luz de la luna y el llameante sol que nos mira besa a la luna, celebrando su amor, como el nuestro, irracional materia pensante de senderos por donde la voluntad y el sentimiento se abrazan con el grandioso deseo para darle lugar a nuestro amor, que al igual que la luna y el sol, se aman en todo su esplendor, un eclipse y mi princesa de las estrellas, bienaventurada racionalización de la materia y los poderes de Dios y si acaso el Diablo nos tienta en este reino inferior, aun así el monte con su verde natural no es igual que la montaña excepcional que se esconde detrás, por donde caminando cruzamos hasta llegar, te vas a arrepentir de todos tus pecados, la gracia del espíritu santo se percibe y Dios está aquí en esta rosa que te entrego como muestra, de todo corazón es para vos ...
El hombre extendió su mano con espinas ofreciéndole una rosa a Kat. El cliente potencial, asiduo a tales placeres, no interfirió, pero no despegó ni un segundo sus ojos flamígeros de la escena callejera que contempló en silencio, hasta que su paciencia fue motivo de impaciencia pasajera, hasta que decidió hacerlo, interferir, un poco indignado. Kat conmovida de confusión, no era angustia , no podía entender las palabras luminosas y estridentes. Hombres que pelean, ráfagas de palabras, golpes certeros, se movían con destreza y sin descuidar la táctica . Kat, presa de su propio asombro, ya estaba lista para empezar a correr por la avenida que tenía frente a sus pies de deportista, cuando el cliente potencial, la detuvo, amortiguándole el brazo con fuerza, el hombre clavo sus ojos penetrantes en la pobre de Kat.
¿ Que quieres ?—
Quiero invitarte a tomar un café..y luego podríamos...
Kat interrumpió su discurso inmediatamente.
¿Por qué me dices eso a mi?— ¿ Por qué le dices eso a una pobre desgraciada que no espera nada de la vida?
Ya se que... mira , te invito un café en ‘’Artisystem’’, ya verás , te encantará , hay unas palmeras muy bonitas, un río que fluye entre las mesas, anda... charlamos y podríamos dar unas vueltas también.
Esa frase a Kat la desorientó mas de lo que debía. ¿ A dónde quería llevarla el hombre ? A dar vueltas en la cama fue lo primero que se le ocurrió , peripecias de su oficio.
Mire, estoy trabajando, platicamos en otra oportunidad, dijo, encogiéndose de hombros—
No quiero ir a la luna...quiero invitarla a por un café.-
Ya. ¿Y no prefiere usted tener sexo aquí en esta calle desolada? Una sonrisa, que mas parecía una media luna se dibujó en la cara de Kat.
El hombre metió las manos en los bolsillos de su pantalón en busca de dinero.
Deje que yo busque el dinero , así me aseguraré que lo tiene. Kat se abalanzó hacia los bolsillos del cliente potencial.
La situación a Kat, lejos de avergonzarle o disgustarle, le agradaba y unas cosquillas , la torturaban de pies a cabeza. El amor golpeaba a su puerta como un martillo.
Unos años después Kat contrajo matrimonio, sin embargo, se sentía infeliz, las cosas entre ambos no iban de maravillas. Kat, como de costumbre, se permitía ir hacia su trabajo con actitud pasiva, y un sábado por la noche ,escuchó un silbido llamativo, de donde viene ese silbido? Se preguntó. El hombre que decía estar enamorado de ella con actitud activa.
Kat sin pestañar, le dijo enseguida que ya había unido las manos. Romeo, quien padeciera años de soledad, insistía, y juraba tener el dinero, en un ataque furioso y desesperado, el hombre, le dijo que se lo pensara mejor. Kat le rogó que soltara su brazo, o llegaría tarde a su trabajo en las Bahamas. Son tiempos difíciles, la oscuridad está por todas partes y me azota el alma, típica frase de cabecera de Kat en momentos así .
El hombre seguía amortiguándole el brazo, y con mayor fuerza ahora, poniéndose histérica. Dos peatones en la calle y un murciélago posado en una antena, el hombre, percatado de esto, y metiendo con cuidado la mano que le quedaba libre en su bolsillo sacó un revolver, de grueso calibre. Kat se estremeció, el rostro ceniciento se le convirtió en color nieve. ¿Qué hace? ¿Está loco? Gritó con voz chillona, tratando de pelear a la par con el psicópata. Dos minutos después, habiendo terminado la pelea de boxeo, Kat, la prostituta, literalmente, estirada muerta sobre la acera.
La bala fue veloz atravesando su nuca, el tipo continúa prófugo. Rezaba el titular de un diario.
Diana miraba el televisor, el control remoto a su lado, lo sostenía entre sus manos sudorosas, cuando la película estaba llegando a su culmine vibratorio, una escena le producía escalofríos, el cansancio se apoderaba de ella, cuenta, muy despacio, cierra tus ojos y al rato... volvía a abrirlos semiconsciente, su cuerpo daba un pequeño brinco sobre la almohada. Una tenue luz iluminaba, daba la sensación de que la habitación permaneciera en penumbras, -tal vez si encendiera la luz- tuvo una inspiración, al presionar el botón, un flash luminoso le confirmó que la lamparita no funcionaba quemada, un reflejo de luz de luna , filtrándose por la habitación, difusa como el café. Demasiado calor para una noche de verano. Mareada, por el sofocante aire, tal vez, del calefactor, creía estar apresada entre cuatro paredes que la encerraban y apretujaban, arriba de su cabeza: el techo, llámese ascensor. Hizo un movimiento de cabeza maquinalmente hacia un costado, lo que pudiera ser una cápsula al tacto, la cogió con su mano y se la tragó inmediatamente.
-No es forma de dormir-, se dijo para sus adentros. No se había dado cuenta que en letras diminutas decía: litio, según la grabadora de mensajes de una amiga suya, su mas íntima amiga, un antibiótico que no le curaría la epilepsia, al cabo de unos minutos, la fiebre, los dolores de cabeza y como si le clavaran estacas en el estomago, punzadas muy fuertes como si fuera a parir un canguro y a todos sus hijos de un tirón, pareciesen los síntomas de una posible enfermedad nerviosa. Un hipo volcánico subía soltando eructos en su garganta, por momentos su voz se confundió con la del televisor y con el zumbido de una radio sobre el techo de la nevera, emitiendo una voz profunda y cavernosa, el cual hizo que se esfumara con un mantra produciendo un ruido inarticulado y contrayendo los labios cocidos por el miedo, en una situación de alarma desesperante.
Dejó que una bocanada de aire caliente, penetrara en sus pulmones, mantuvo el aire durante cinco segundos, exhaló bacterias y el hipo se desvaneció, al tiempo que el mareo no cesaba, y con mas intensidad navegaba por el recinto, las paredes de la habitación se difuminaban con cada paso y minuto, que daba y pasaba, es como si estuviese girando en una calesita pensó.
Los curiosos espectadores formaban un grupo alrededor, un párroco de túnica blanca le bendecía al tiempo que pronunciaba las típicas oraciones de consuelo, ¿día de acción de gracias? una mujer debajo de su tul lagrimeaba mientras se consolaba en el hombro de una estatua barroca, en la zona este unos chiquillos correteaban por la sombría pradera con desnivel en el sector de los megalitos rodantes , en la zona oeste el pato Donald soltando piñatas como barriletes sin cordel y Daisy fuentes, en la zona nórdica una bonita mujer en bikini blanco y negro daltónica, la cual fue retirada porque distraía la atención, en la zona sur un hombre de traje observaba atento tras sus lentes polarizados de cristal de matiz azulado y armazón dorado, la velaban y en condiciones climáticas para nada propicias para un evento tan peculiar y para tales circunstancias, aun así concurrieron muchos a la cremación privada. Hasta un perro ceremonioso que corría a un gato negro por los yuyos.
Mas allá, un patrullero vigilante rondaba a cielo abierto por el cementerio privado, en la blusa azul de Kat una mancha de tinta de sangre la tiñó de vino tinto, descendieron el ataúd y la ceremonia se dio por concluida, entre aplausos, ovaciones generales, risas y lagrimas de mal gusto de los que se acercaron al lugar, simplemente pasaban por allí , el productor, los extras y el staff de la película que además de rodar, admiraban el trabajo de la actriz que hacia de Kat la prostituta.
Diana debía llegar hasta el baño, se sentó en el borde, mientras frotaba un pie sobre otro a ras del suelo, una alergia. Haciendo presión con ambas manos, sobre el colchón flotante, logro ponerse en pie, tambaleante y mareada, se tocó la frente, gotas de sudor frío maquillaban su rostro como gotas de lluvia, inclinándose sobre el colchón, buscó con su mano un pañuelo y no lo encontró. Paralizada, por una suave puntada en su espalda, intentaba calmar el creciente dolor cubriendo la zona palpitante con su mano derecha, mientras la otra tanteaba por el colchón sumergible como si se le hubiera perdido un arito. La visibilidad, tenía que admitirlo, no era la mejor. Sacando el pañuelo de debajo de la retorcida almohada , la búsqueda del trapo duró menos de lo que imaginaba. Un nuevo dolor, y mas fuerte esta vez, la obligó a tumbarse otra vez en la cama con el aparato encendido frente a ella.
La programación había finalizado, cogió el control en sintonía con el satélite y tecleó la tecla adecuada en el televisor remoto, en órbita la habitación permanecía espectral, en silencio. Quería dormir, pero le resultaba imposible. Concilió la fascinante idea de ponerse de pie nuevamente para ir hacia el cuarto de evacuaciones, en esa dirección, siga y atraviese el living -tal vez una ducha fría me calme un poco los ánimos y algo mas – pensó. Como bailando borracha, comprendió que el baño no iba a ir hacia ella, así que analizando la situación en la que se encontraba, debía esforzarse y tomar coraje de algún sitio si es que quería escapar de la asfixiante área del dormir, se apoyó contra una cómoda que le quedaba de paso, sorteando algunos obstáculos, obstáculos que no estaban ahí por casualidad, casi se cae, logro sostenerse, ágil maniobra. Todo le daba vueltas como si un agujero negro la absorbiera hacia el vacío más aterrador, a la dimensión del reino superior... Ya no quedaban más pastillas.
Una vez en el baño se paseó en cuatro patas frente al inodoro. Aquí es –se dijo- Levantó la tabla, miró a su alrededor cuando se dio cuenta que por un ventanuco entraba una corriente de aire gélido que le erizaba los cabellos, levantarse para ir a cerrar la ventana le resultaba inútil , temblaba y sentía nauseas. No pudo evitar mover su cabeza hacia adelante y una catarata de colores y desperdicios mezclados fue lo que despidió de su boca , no fue necesario que hiciera esfuerzos en lavar el inodoro y el piso. Desperdicios, restos de comida y un aperitivo , tal vez la cerveza.
Se puso de pie. Sintió sus pies congelarse. Caminó dos pasos y cayo desplomada. El desmayo fue instantáneo . Pasaron unos diez minutos cuando sus ojos se abrieron nuevamente, los ojos de una muñeca robot. Como cien toneladas de escombros sobre un cuerpo frágil -y no es edad para que sea reuma-, pensaba, haciendo una mueca. Cerro el ventanuco tirando de un cable, el que alcanzó sin dificultades. La maldita pastilla y sus efectos. De repente el teléfono chilló y al escuchar la melodía electrónica su cuerpo tembló, instintivamente se toco ambos senos con sus manos temblorosas. Atravesó el umbral y fue hacia estribor, no, allí no está, fue hacia su cuarto, no allí tampoco, ¿Dónde Diablos? Sus oídos tapados ensordecieron tan de pronto, debía guiarse usando el sentido de la vista, la casa estaba a oscuras. El teléfono seguía sonando, insistentemente. ¿Como encontrarlo? Para guiarse debía confiar en su instinto femenino, no podía fallarle. Un paso difícil, al apoyar, una astilla se incrustó bajo la suela de su pie, imprevistamente se torció el tobillo, saltaba en una pata, una bailarina descontrolada jugando a la rayuela.
Se sentó en el suelo, buscando la astilla con sus dedos temblorosos, logro quitársela. Sintió un dolor espantoso, arrojó la astilla a un lado, meneó la cabeza. Algo andaba mal, su visión. Los ojos veían como las nubes de un diluvio, quería leerse las palmas de las manos frente a sus ojos. Para llegar a su habitación le pareció que lo mas conveniente era atravesar un pasillo que ahora le parecía interminable, por el estado lamentable en que se encontraba, aún queda mucho por andar. Muy despacio y tocando las paredes del angosto pasillo lograba guiarse. Súbitamente, se desmayó. Producto del subconsciente tal vez. Confusión total. Abrió los ojos. No estaba en su habitación, ni siquiera en su casa, lentamente se aclaraban sus retinas, y pudo distinguir una pared opaca .Atravesando un pasillo para llegar hasta.. hasta donde? Otros muebles, otro sitio, un lugar que no le resultaba para nada familiar. Alguien se acercó, sintió su rostro mojarse, sintió un trapo recorriéndole la cara. Una mujer, una mujer, y está vestida de blanco. ¿Estaré muerta? Vaya reflexión. Viviré mucho tiempo mas, se tranquilizó. El corazón le latía con frenesí, como un tambor. Quédate tranquila le dijo la enfermera, examinándola de cerca. Puedes oírme? Paralizada, no podía mover ni un solo músculo. ¿Puedes oírme? repitió la mujer de blanco.
Te haré unas preguntas dijo la buena dama, y tu me responderás, afirmativo y negativo con la cabeza y los respectivos gestos.
Diana, comprendió y rápidamente movió la cabeza haciendo un si.
-No debe recordar ni como se llama- pensó la enfermera mientras la observaba con sus ojos saltones.
La primera pregunta es: ¿tu tienes alrededor de veintidós años?
La cazadora respondió afirmativamente. No era necesario que la enfermera supiera con exactitud tal dato.
¿Has sufrido un accidente? Cállate, te me quedas Calladita eh? Tengo que ser severa con las personas enfermas así, a la larga, se rehabilitan , sólo mueve la cabeza, para responderme. ¿Cómo te llamas?
La cazadora, obediente, movió la cabeza en señal afirmativa, haciendo caso a su orden.
Tienes familiares que reclamen por ti?
Diana negó con la cabeza.
Alguien sabe que te ha pasado esto?
La respuesta de la cazadora fue un no.
En realidad no recordaba.
Diana intentaba decirlo en voz alta, pero era como si le hubieran cortado las cuerdas vocales.
Abre la boca y di Aaaaaaah, le ordenó la enfermera.
Diana la cazadora movió la cabeza negativamente, desobedeció, ningún sonido. La enfermera se sentó sobre ella y comenzó a zarandearla y a darle cachetazos , uno tras otro , para que reaccioné, pero no hablaba, la pellizco, la estrujó, hizo prácticamente de todo, pero Diana ni se movía.
Lo que me temía- dijo la enfermera. Hay que operarle la faringe, y la laringe también, por las dudas. Ha sufrido un colapso nervioso. La enfermera levantó las sábanas color pastel, y observó que el cuerpo de Diana mostraba síntomas de haber sufrido golpes y abolladuras. Varias contusiones, y pudo notar algunos huesos rotos, cuando se cayó, sin dudas apuntó severamente el doctor que recién entraba en el hospicio, veloz y muy atento.
-Soy el doctor Skelesnowsksi , estas en el hospital para enfermas que aun no llegaron a la menopausia, muestran los mismos síntomas que tu siendo jóvenes, reuma y problemas de cadera, entre los quince y treinta años, ¿Por qué ocurre esto? hemos investigado el asunto y podría ser causa de lo que te ha ocurrido o un fenómeno del efecto.. ¿Qué se siente? y , en suma, tu sufriste un accidente como tantas otras internadas, dijo por ultimo el doctor con una sonrisa, intentaba ser simpático. Rápido, llevémosla al quirófano dijo el doctor mirando a Diana que sufría convulsiones esporádicas.
Doc ven un minuto dijo la enfermera, quien, apartada en un rincón, manoseaba un instrumento entre sus dedos expertos. Dime... ¿Qué ocurre Claudia?
Claudia Berry, llevaba años en el instituto neuro psiquiátrico, como ayudante.
No nada, quería decirte que, mira la sangre, no se como decírtelo... me gustas mucho, el Doc se estremeció.
Creo que este es el mejor momento, mmm, no podía aguantar mas, tenia que decírtelo urgente-.
El Doc se acercó a ella. La enfermera sin vacilar lo besó y piel con piel se apretujaron , juveniles canes en celo , pegados. En la nave queda suficiente oxigeno para nosotros dos así que quitémonos estos trajes, y los cascos. La cazadora no podía hacer mas que resignarse y ver aquella situación tan natural y disfrutar. Se nos va a morir-, la radiación, dijo la enfermera, sarcástica a carcajadas, mientras observaba a la postrada.
No te preocupes, no le pasará nada dijo el Doctor, nosotros la salvaremos como hubiera hecho … como se llama? Mmm como se llama? Ah si… como hubiera hecho Calígula en tales circunstancias, sigamos con lo nuestro. Comenzaron las caricias, la enfermera recorría el cuerpo del profesor con su boca hasta llegar a su miembro viril con el que empezó a deleitarse y el doctor a hacer muecas de placer. Todo el kamasutra dijo la mujer con una sonrisa, insaciable. Un reloj frente a la cama de Diana le indicaba los minutos, los segundos... el segundero corre veloz, un minuto es para ella como una eternidad. el infierno verdaderamente. Diana empezó a disfrutar del espectáculo que tenia ante sus ojos, sentía dolor y placer al mismo tiempo, gotas de sudor quemaban su cálida piel, la impotencia de no poder secárselas con sus propias manos la inquietaba, pica y pica y mucho, le picaba el dedo gordo de su pie, pero una parálisis nerviosa es un cuerpo inmovilizado o un árbol horizontal en el Hades. Un golpe mas fuerte del que recordaba, amnesia, es lógico, ya que por algo el inconsciente afloraba, y no fue la pastilla lo que la condujo al hospital. Diana padecía de amnesia decían las letras en la pantalla que se hallaba sobre ella, según el historial clínico, no era la primera vez que no recordaba las cosas y se acercaba a conocer a Dios, y , es probable que se olvidara de tomar la pastilla, lo que desencadenó un desastre emocional, psíquico y cardíaco. Perturbada también en el plano espiritual.
El doctor y la enfermera contemplaban las estrellas por la ventanilla, aferrados sus cuerpos en un nudo de pasión, desenfrenados no escatimaban el goce carnal de dos cuerpos en batalla, incansables. Espera un momento, dijo el doctor, bajó la pantalla y la puso en medio entre ellos y ella, obstruyéndole la visión a Diana y levantó el cuerpo de la enfermera, llevándola hasta una camilla y arrojando encima a la mujer. Ahora hagámoslo aquí, el Doc extendió su dedo, pulsó el botón y las luces de la sala amenguaron hasta formarse una niebla violeta en la habitación. Diana con la cabeza inmóvil, movía ambos ojos al mismo tiempo hacia su derecha, la cabeza inmóvil para poder ver, sus ojos seguían la situación. Pasaron diez minutos. Diana sintió un profundo mareo, y veía como todo giraba en torno suyo, el Doc y la enfermera, los muebles, las paredes, la pantalla, etc. El hombre volvió a levantar a la mujer, que pataleaba, y la llevo hacia una mesita, a la izquierda. Hacían el amor, pero se olvidaron de Diana, el tratamiento para que cures tu enfermedad es estrictamente confidencial y obligadamente una rutina diaria decía ahora en la pantalla. Quien incomunicada fantaseaba. Eso le gustaba, cruel y delicioso al mismo tiempo. Las fantasías de Diana se despertaron como orgasmos múltiples imaginarios en su mente. Se sentía insatisfecha.
Tráeme un refresco linda, dijo el hombre dándole un cachetazo en el culo a Claudia Berry, ya regreso, dijo la mujer y se perdió entre las sombras. Pasaron unos diez minutos, y la enfermera no venia. El Doc miraba de un modo curioso, como si estuviese viendo... y se acercó a la cama. Los alquimistas podían transmutar el plomo en oro pero nunca he visto nada parecido?, es como si el virus del ebola hubiera penetrado en su cuerpo , pensó el Doc mientras la observaba atentamente. ¿Que haré contigo ? dijo en un susurro, se frotó las manos, y puso un dedo en la comisura de los labios de Diana y tocó su lengua, estoy alucinando murmuró, y bajo las sábanas y comenzó a acariciar los melones de la cazadora y a morder la manzana.
De repente, la enfermera entró a la habitación, aquí tienes tu refresco, y a mi dijo la enfermera con una sonrisa y mirando maliciosamente a Diana.
-Es que casi te quedas dormido en la silla- dijo con una sonrisa mirando al Doc , quien estaba fumando un cigarrillo, y comenzó a seducirlo, fogosa como el hielo. El Doc no veía a Claudia Berry como a una mujer, como algo mas que eso, la veía como a una enfermera.
-Hagamos el amor otra vez mi amor en esta nave.- Y empezó el baile otra vez. Pasaron treinta minutos. Habiendo acabado, el doctor y la enfermera se besaron y abrazaron. Ya estamos llegando. Se acercaron a la cazadora, la mujer permanecía inmóvil en la cama de piedra. ¿Tirar por la escotilla o a las profundidades de la tierra a esa basura?, ¿Al infierno? Las cuerdas apenas lastimaban su piel, estuvo atada a la cama todo el tiempo, para que no escapara, el historial clínico aseguraba su locura y peligrosidad.
Como tu Doc, en otro tiempo. ¿Recuerdas? .. hace mil años aproximadamente cuando te rescaté de ese lejano planeta con mi nave. La voz provenía de la cabina de la torre de control del hospital sideral alfa centauro, situado en el planeta tierra, a un millón de kilómetros bajo la superficie de la corteza terrestre , no tan lejos del núcleo del planeta.
Ahora si, démosle la pastilla, pongámosle un chaleco de fuerzas, y encerrémosla en la habitación mas segura de este establecimiento, en unos días comenzaremos con los experimentos. Fueron las ultimas palabras que escuchó Diaria antes de que sus ojos se cerraran.
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