Importa.
La posibilidad del abrazo compartido
un mate caliente y un te quiero.
Tu sonrisa en mi rostro, como un guiño.
El sencillo momento de paciencia,
la palabra enroscándose en mi oído,
el silencio de a dos, la transparencia
del amor en las manos de tu hijo.
Ese color constante en la nostalgia
y el susurro del viento cuando sopla
y el aire que no es feliz ni es querido,
pero no enfrentar sola la zozobra.
El saberse amado en cualquier época
cuando menos lo esperaste pero amado,
porque asienta entonces la experiencia
y te esculpe de otro modo, el indicado.
Porque no es fácil ser sin haber sido,
para alguien, alguna vez, un nombre:
amigo, amante, recién nacido, pequeño sueño,
el nombre que quieras, en cualquier idioma
que el amor entienda,
entonces dejas de ser proyecto
para ser.
Simplemente alguien te hizo propio
y te dio ese abrazo, ese mate, esa sonrisa,
te oyó con paciencia, calló para vos,
tomó tu mano ante un vendaval.
Importaste. y no es poco.
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