Esperé toda mi vida, 
busqué en infinitos lugares, 
recorrí ignotos caminos, 
en tu búsqueda... 
 
Viví momentos buenos, 
sufrí malos encuentros, 
amé, luché, gocé, descansé,  
sobreviviendo a la vida... 
 
Cuando ya había bajado mis brazos, 
y me había entregado mansamente 
a la que suponía mi condición final, 
el azaroso Destino nos reunió... 
 
Ahora, que mi búsqueda culmina, 
que se abren nuevos caminos en mi vida, 
corro decididamente a tu encuentro, 
luchando contra los fantasmas... 
 
Espérame que llegaré, 
cual corcel enloquecido, 
piafando y corcoveando, 
a golpear a tu puerta... 
 
Te llevaré en andas, 
sin prisas, sin desmayos, 
hasta nuestro tálamo 
y te haré mía... 
 
Y por siempre tocaremos juntos 
esta hermosa sinfonía 
que ambos hemos compuesto 
con amor, con fe, con confianza...  |