Estoy rodeada de personas y me siento tan sola como una isla en medio del mar. Desearía que esto acabara pronto, que mi agonía tuviera un final. Tu partida me robó el sol que alimentaba mi vida, ahora mis ojos sólo ven oscuridad. Sé que la luz está en alguna parte pero no tengo el mapa para escapar de este laberinto frío y cruel en que se transformo mi existir.
Oigo música, risas, llantos y desearía poder disfrutar de alguna emoción, pero gracias a ti soy sólo un ser inerte, apenas puedo pensar en otra cosa que no sean los recuerdos de tus besos, hago todo mecánicamente, ni siquiera recuerdo que edad tengo, quien realmente soy.
No te pido que vuelvas, sólo que desde donde quiera que estés alargues tu mano y saques de mi corazón la espada que me clavaste hace tanto tiempo, que rompas las cadenas que me sujetan a ti y me quitan la libertad.
Siento que voy a enloquecer, que mi cuerpo no puede resistir más el peso de mi alma que se pudre lentamente a causa de tu traición, y que la única forma de que tengo para detener este cruel designio del destino que me hace amarte a pesar de todo hasta enloquecer es dejar de pensar. ¡Lástima!, me falta el valor par empuñar una daga y acabar este martirio. Soy masoquista, con el tiempo me ha empezado a gustar este dolor de amarte y no tenerte, de soñarte y no querer despertar nunca más.
Cupido ha cobrado a una nueva víctima, su flecha me hirió tan certeramente que no se como detener lo que siento, creo que he empezado a enloquecer…
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