En la casa de los Gonzalez.El viejo reloj de pared, le avisa a don José que es hora de ir a la cama.Con sus ochcenta y cuatro años de vida.Su cabeza blanca y su lento andar.Subía los cuatro escalones que lo conducían a su habitación.en ella se encontraba doña Elisa,su mujer.
A la mañana siguiente, apenas el sola somaba.La hermosa señora ,abría las ventanas.
Pero ese día, no.
Don José miraba para arriba apoyado en la pala con la cual trabajaba la tierra.
Estas permanecian cerradas. Tuvo un mal presentimiento . Dejo todo.
Entró por la cocina.Sus ojos grises vieron todo negro por un segundo.A medida que se acercaba, su corazón latia más fuerte y un frío lo invadía.Esos cuatros peldaños que lo separaban de su amada fueron eternos. Abrió la puerta , y un grupo de mosca salió volando.Miró a Elisa, inmóvil sobre la cama.
-¡Repugnantes insectos! gritó
-¿Qué pasa?¿Qué son esos gritos? -dijo doña Elisa.
-¡ Acá están! Yo sabía...dijo Pepe.Tomándolos de una punta , sacó los salamines que Elisa había escondido dentro del ropero.