No es por la soledad que me envuelve apenas me desnudo,
ni por las noches sin estrellas que aplauden mis silencios,
ni por la falta de talento para unir las piezas de mi alma.

Es por fascinación a tu risa quasi maquiavélica
que despliega su eco, con vitalidad desmedida e infante
sobre mi frágil corazón.

Es por el gusto de reconocerte una y otra vez,
delante y detras de tus frases cortas y elocuentes
plagadas de razón incómoda para mi orgullo.

Es por el sentido que me aporta y obsequia
la viva locura que desata tu irreverencia genuina.

Es porque logro soñarte despierta
cuando sueñas en mi alcoba.

Es por ejercitar el talento del orgullo absurdo
para no declararte porque te observo así,
así como te observo...

Es por abrazarte y sentir en tu pecho,
el suave y natural bienestar de tu presencia.

Es porque amo que en mi historia,
el matiz de tu esencia empate solo contigo.