Te hallará una tarde, pasada la esquina de tus imposibles, enhebrando instantes, y haciendo inventario de días felices; y echaras de menos aquellas palabras que nunca te dije. Seguirás tu vida buscando horizontes, irás hasta el límite; pero en las heridas y los recovecos de noches difíciles, sentirás la ausencia de palabras mías que murieron vírgenes. Y un día en que, sola, increpes al cielo vestido de grises clamarás por alguien que junto a tu oído y amante, recite lágrima tras lágrima todas las palabras que a mi me prohibiste. Llégate a mi tumba y di que me amaste aunque fuese sólo por un breve instante. Grita: ¡Yo te quise! Y oirás cual bálsamo sobre tu alma triste las dulces palabras que te fui guardando y nunca te dije.
Texto agregado el 18-08-2007, y leído por 115 visitantes. (2 votos)