Ya había hecho escala en Lima (Perú) y abordaba el siguiente vuelo con destino a Buenos Aires. Se escuchaba al capitán decir:"Bienvenidos a la ciudad de Buenos Aires, son las 3.00am". Por fin!, dije yo. En la ansiedad de salir por avión dejé mi maleta de mano, así que tuve que devolverme y salir de último. Cuando salía del aeropuerto, un chico llevaba mis maletas para meterlas al taxi que me llevaría a capital. Él me pidió propina, él decía que se acostumbraba a dar propina, me pareció sincero y se la dí, pero lo que no sabía era cuanto darle, porque no estaba acostumbrado a la moneda de argentina, asi que le dí un billete medio. Ahora sé que lo que le dí me hubiera alcanzado perfectamente para una semana de mercado. Cuando venía en el taxi, el taxista me dice que a donde me llevaba, le di la dirección y él saca un mapa del tamaño del panorámico del auto y yo le digo que si está seguro de saber donde me tiene que llevar y él asegura que si. Bueno yo vengo de donde los taxistas no tienen que utilizar un gigantesco mapa para guiarse, o quizás era su primer día y su primer cliente.
Iba muy pensativo en el taxi y miraba hacia el vacio en la oscura noche, pero no sé en qué pensaba, como que en realidad no me sentía en otro país, como que seguía sintiendome en la tierra.., no sé qué quice encontrar en otro lugar, pero todo me parecía tan normal y es que de hecho lo es, pero en ese instante me preguntaba si ese era el lugar donde yo quería ir. El auto avanzaba y avanzaba, ya habíamos recorrido más de media hora por carretera y yo aún no veía indicios de una ciudad todo era pampa y árboles. Ahora estoy asustado, no sé donde estoy, no sé quien es el que conduce, no sé a donde voy, no sé qué va a pasar, no sé si el taxista sabe lo que hace...solo me resta esperar, tampoco voy a saltar del taxi solo porque me asusté. Otra media hora después ví edificios al costado y muchas luces, ya llegamos, pregunté. Afectivamente habíamos llegado, yo no estaba asustado más bien tranquilo y por fin llegamos a mi residencia, perdón, era un hostal que había reservado vía telefónica desde Colombia, pero que obviamente tampoco conocía. El taxista se bajó me ayudó con las maletas y muy sabiamente me dijo:"yo espero que abran". Pasaron 15 minutos y nadie abría y bueno eran las 4 de la mañana pero ellos sabían que yo llegaba a esa hora. De pronto al taxista muy sagasmente sacó su aparato y marcó el número del hostal que hasta el momento no sé de donde lo habrá sacado, porque estoy seguro no haberselo dado, en fin. Se abrió la puerta, pero no la del hostal, sino la del lado y salió un tipo barbado, pero joven y con mucha descencia me saludó y tomó mis maletas y me invitó a entrar al hostal. Parece que él tenía algo que ver, después me enteré que era el chef del hostal que tenía el restaurante justo al lado. Subiamos y subiamos escaleras y con esas maletas que pesaban más que la deuda extrena de colombia. Cuando llegué al piso que correspondía al hostal em atendió el dueño del sitio, que muy sutilmente me dice que no hay una sola cama disponible. Parece que vas a tener que dormir en este sofá mientras mañana te acomodo, la verdad no me dijeron que llegabas a esta hora. Bueno, la verdad no tenía ganas de discutir ni nada por el estilo, además eso sería volver a ser el mismo que antes era, y la verdad quería dejar eso allá muy lejos de mi. Así que lo asumí como algo muy normal, ubiqué mis maletas y me recosté en el sofá. No pude dormir lo confieso y no porque estuviera nervioso o temeroso que me robaran o no sé qué más cosas, pero al lado del sofá estaban los dos computadores del hostal y son 24 horas, así que su procesador no me dejó conciliar el sueño. 2 horas más tarde se levantó un chica y se puso frente a uno de los computadores, la saludé y le dijo que si quería me acostara en la cama de ella que ella ya se iba, no le ví el problema, asi que sin pensarlo acepté.