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- Quién es Antoni.
- ¿Me preguntas a mí?
- Sí, a ti.
- Me giro y te contesto
- Tú no sabes nada
Antoni es un buen augurio traído por el mar. Llegó aquí una tarde obscura en un pequeño bote llamado Lucía.
Era el mes de Mayo. Lo sé con certeza porque comenzaban las primeras lluvias que provoca el viento del oeste sobre el Atlántico. Recuerdo que aquella tarde las gaviotas no se movieron de su sitio en la playa. Todas se quedaron ahí, como esperando. Yo también me quedé.
Las gotas agujeraban la arena. De cada breve oquedad brotaba un vaho que ascendía a las nubes. Pronto el cielo bajo se cubrió de una neblina suave parecida al algodón dulce que comen los niños; no pude resistir meter mis manos entre aquellos cotones de colores rosados y plomizos para estrujarles.
Fue hasta que el goteo se convirtió en insistente torrente que noté que la playa había quedado vacía, pero las gaviotas seguían ahí, imperturbables. Decidí permancer con ellas.
En poco tiempo se hizo un silencio profundo para acompañar a la noche apenas iluminada por Venus que se contemplaba a sí misma hermosamente reflejada sobre las aguas. Los vigías de turno encendieron el faro. En aquel instante apareció la lejana sombra que anunciaba la llegada de un navío. Era una pequeña embarcación con la quilla maltrecha a causa de las múltiples tempestades... y sin embargo, avanzaba con tal dignidad reventando los remolinos, abriéndose paso entre el oleaje como si danzara sobre un espejo tornasolado reposado en la negrura.
Las gaviotas y yo le vimos llegar a orillas de la playa, hizo su arribo silente pero no descendió nadie de ella, la lluvia había cesado.
Entonces fue que descubrí un nombre marcado en el frente izquierdo del pequeño bote. Pensé: he aquí una embarcación con nombre de mujer: Lucía.
Leer aquel nombre me hizo sonreír, inmediatamente pensé en la canción de Serrat:
“No hay nada más bello
que lo que nunca he tenido
nada más amado que lo que perdí”
Pensé también, en que después de escucharla por primera vez todo para mí fue distinto. Una mañana desperté deseando ser Lucía.
El súbito golpe de viento proviniente de las aguas más lejanas trajó consigo un olor en extremo salado que me sacó de mis recuerdos. Aquel aire cargado de humedades fue una invitación para la parvada –que sin dudarlo- se lanzó frenéticamente sobre la embarcación. Las gaviotas son aves rapaces. Me horroricé pensando en que se hubieran precipitado sobre el bote instigadas por el olor de la carne herida, quizás un cadáver.
Corrí hacia Lucía. Aseguré lo mejor que pude sus amarras a la estaca podrida y me acerqué a ella con un espasmo agolpado en la garganta; mi mente ya fraguaba espeluznantes escenas en torno a la muerte.
Recostado sobre la cubierta, de frente al cielo, con los ojos limpios estaba Antoni. Sonreía mientras las gaviotas comían de su mano. No podía salir de mi asombro.
- ¿Te conocen? Preguntó aquel hombre casi niño.
- ¿Quiénes? ¿Te refieres a ellas?
- Sí, ¿A quién más? ¿Ves a alguien más aquí?
Mi sorpresa era tal, que fui incapaz de razonar lógicamente para increparle nada.
- No. A nadie más. Y ellas ¿te conocen a ti?
- Por supuesto que sí, ¿no notaste que me esperaban?
- Sí, lo noté porque la lluvia no hizo que abandonaran la playa.
- Así ocurre siempre, se parecen al recuerdo más leal; nunca me dejan, dondequiera que voy aguardan a recibirme. ¿Y tú por qué te quedaste? ¿A quién esperabas?
Ante aquella pregunta pasé de la incredulidad a la certidumbre, ahora sabía la razón de haber permanecido en la playa con las gaviotas soportando la tormenta, aguardando a la vera de las olas por la llegada de aquel extraño. Una llegada anónima, desconocida.
Llena de fe, le respondi sonriendo:
- Yo me quedé esperando por Lucía.
Desde aquel día Antoni y yo nos hicimos amigos, no hubo necesidad de preguntarle más nada. Le conté sobre Lucía y sobre mí, él también se sonrío con mi historia en torno a la canción de Serrat -y en agradecimiento- me hizo tiernas confesiones de su niñez.
¿Insistes en preguntar quién es Antoni?
Es una obviedad preguntarlo. Antoni es el amigo por el que todo hombre espera. Un buen augurio en medio de tanta agitación.
Y si para ti es menester conocerle, simplemente vele a recibir espontaneamente junto a una parvada de gaviotas.
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Texto agregado el 17-08-2007, y leído por 269
visitantes. (6 votos)
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Lectores Opinan |
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01-02-2011 |
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Me parece precioso, de mucha pureza y sí, algo romantico. NeweN |
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04-10-2007 |
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Madrugo la madrugada entre las sonrisas blancas de los labios del mar; viejos caminos encalados de indulgencia. Sentada sobre la arena, la silueta de una mujer que perfilaba la luz de una orilla, la orilla donde Venus secaba las lagrimas que quemaban las mejillas, viejas canciones que fuimos navegando con los remos que la niñez resuma a los recuerdos, entre el don del cariño y la angustia de las perdidas, nada presagiaba el encuentro.
Ella permanecía observante, como si quien llegaba del mar, fuese otro resto a la deriva depositario de antiguos naufragios.
Ajena a su propia luz, alzo los ojos al cielo, buscando fe en las palabras, pero el cielo eran gaviotas y sus manos la alborada…….lentamente a la orilla se acercaba la barca, nada nuevo en el mar que acaricie la espalda. El barquero sin ambición, le pregunto ¿Cómo te llamas? Apenas era de día en el mar y de noche en su mirada.
Lucia es mi nombre, aunque me llaman Laura, Lucia como tu barca, espero sin esperar a que la luna me valga, amparo de marineros que regresan al alba.
Madrugo la madrugada en esta orilla del invierno, aquí no hay luna de plata, solo esta orilla y el mar, la soledad y una esperanza.
¿No es aquí, donde Venus conjuga los sueños? ¿No son estas gaviotas las mismas que te esperaban?
El mar es ambicioso, guarda todas las heridas y solo devuelve nostalgias, el es camino de regreso y la huida que siempre aguarda, solo vine un momento para darte las gracias, para decirte que la lluvia que mojó antes tu cara, era el llanto del mar por todos los recuerdos que guarda, amores de niños perdidos que no encuentran su madrugada.
Te dejo ésta estrella de mar que siempre me acompaña, cinco puntas, cuatro puntos cardinales y el quinto, apuntado a esta playa, vigía de lo que fui, amada y depositaria.
Lentamente regresó al mar, llevándose con el su mirada, ¿Qué valor le infundían aquellos ojos? Que dura era la marcha, pero el mar tiraba como tira el amor, con remos de cuatro palas. Un impulso súbito le hizo girar la cabeza, pero ella ya no estaba, entonces se dio cuenta que ya no tendría estrella, para volver a la playa.
Brillaba Venus con luz intermitente, por un momento creyó leer en el costado derecho de su barca el nombre de Laura, mientras una luz con cinco puntas iluminaba desde debajo del agua, apuntando hacia el norte. Agradecido, sonrió.
Quien pudiera ser el barquero, quien la arena, quien la barca.
erinadis |
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18-08-2007 |
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Bueno, por sugerencia de otro cuentero lo he leido nuevamente y admito que es bueno. Pero mellama poderosamente la atencion, la necesidad de protagonismo del señor que me antecede. Su texto a modo de critica es excusa para lucirse a costa de una supuesta amiga.
O es tu pareja y me estoy metiendo en algo que no corresponde? la_lluvia |
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17-08-2007 |
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Bueno, quien me antecede en el comentario, por supuesto, NO CONOCE A ANTONI! Para mí, además de ser un bello relato, una bella prosa, con imágenes que la transforman en poética, es un enlace directo al alma. YO SI SE QUIEN ES ANTONI. Antoni es el amigo por el que cualquier persona daría su alma, porque Antoni se la devolvería llena de luz y refrescada en su propio mar interior. Antoni es lealtad y abrazos que no tienen distancias, no sabe medir con los ojos porque cuando ellos te tocan, su ser avanzó más allá. Antoni es.. Antoni.. el ser capaz de enlazar en un solo haz todas las perlas para volver a dejarlas caer en el seno de las aguas más tempestuosas, sólo para que se calmen y nos colmen. Y coincido contigo.. quién no quiso ser Lucía, siendo Mujer? pues ahora no quiero lo más bello por perdido sino lo más amado, será que estoy más viejita¿?? GRACIAS POR RECORDARME QUIEN SOY, AL MOSTRARME A ANTONI.... Besos, hermana:***** cromatica |
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17-08-2007 |
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Creo que no tenias un buen dia. Hay cosas vuestras algo mejores. la_lluvia |
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