Las hojas de nylon abrazarán ese recuerdo débilmente… y contendrán entre sus láminas angustia insoslayable, las imágenes perennes de un atardecer… aquellos sueños que se fueron diluyendo sin remedio bajo mis yemas despojadas de tu leve suavidad y mi obtuso destino de nave.
Y se quebrará en la hondonada del cielo la fantasía ocre del recuerdo, el despliegue mágico y el vaivén de pleamares en tu sonrisa lunar … y tus labios allí… estarán impregnados de aquel sabor que compartimos tantas veces… cuando aún no era tarde para correr por las praderas de tu piel narcótica… cuando aún era azul el cielo en tu mirada y dorados los destellos en tu alma.
Abriré entonces mis ojos sigilosos, callados… y al despuntar el alba de un día cualquiera… me preguntaré quizás…
¿Cómo era quererte?
Miraré atrás, como quien busca al filo de la vida, ese sentido indescifrable de las cosas… y volveré a preguntarme una y otra vez, con mis luceros vaciados de esperanza… ¿Cómo era quererte, amor?
¿Cómo era?... ¿Cómo era quererte?...
Tan solo me responderán las desazones… la estocada… la herida abierta … y el arcabuz partiendo mis entrañas aquel día de adioses en tropel, entre la agonía centrífuga y el lamento nebular… desapareciendo… extinguiéndome en la nada… atemperado y dormido como una hoja del otoño… crepitando acezante…asfixiándome sin prisa en el vórtice de lo extinto…