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Primero, fue mirar- hasta el extremo de la inocencia- los dos hermosos seres alados del cuadro "Cherub Romance" que siempre (siempre, siempre) miraban por sobre mi hombro, sentir un extraño escalofrío en la espalda, escuchar la tecla de la luz que se aprieta sola a la medianoche, tener la música bien fuerte y no poder escuchar nada (perder el sentido del equilibrio), sentir las descargas de los artefactos eléctricos cuando uno esta solo, sentir el siempre desagradable ruido de una moto (que también podría ser una sierra eléctrica), escuchar los ruidos que (¿el viento?) propiciaba a mi puerta, mirar la imagen de la Virgen Desatanudos (¡qué impresión me daban los santos, por Dios!), descubrir las extrañas sombras que hacían juego por sobre mi cama, quedarme sentado mirando las líneas de la tele una vez que terminaba la programación y solo quedaban líneas grises, tratando de descubrir los mensajes subliminales.
Luego, fue leer "El Apocalipsis" dado vuelta un día de luna llena y sin luz eléctrica, solo con velas, frente al espejo, repitiendo los siete nombres de Él. Y más tarde, mirarme continuamente las manos para ver si cambiaban, examinar el tamaño de las uñas de los visitantes, intentar descubrir alguna extraña sonrisa entre mis cuidadores, agudizar el oído para tratar de descubrir el ruido que siempre produce la hoz contra el viento, sin parar de mirar hacia todos los costados, una y otra vez, tratando de mantener mi espalda siempre contra una pared (no fuera cosa que el día que se apareciera Él, me agarrase desprevenido)
Y, encima de todo, controlarlo a Él. Eso era lo más difícil. Podía adquirir distintas formas, podía adquirir distintos colores, tamaños, pero siempre se me aparecía. Yo creo que mas que se me aparecía era que vivía conmigo, que me controlaba. Creo que nos controlábamos mutuamente. Me da mucho miedo escribir esto y sé que esta noche no voy a poder dormir, como tantas otras cuando escucho los alaridos en el cuarto de al lado, cada vez que ella duerme y entra Él, pero sé que es hora de que lo escriba, alguna vez lo tenia que hacer, por lo menos debo dejarlo documentado, no es posible que nadie sepa nada de mi, que nadie sepa mi nombre, como me llamo, de que vivo, que hago. Sé que en cualquier momento Él entrará por la puerta oscura, me dirá que es mi hora, que llegó mi turno, adquirirá una extraña forma de algún animal, y después...
Pero prefiero no adelantarme a los acontecimientos. El día que eso pase, veré que hago. Espero que de algún modo sea misericordioso, que se apiade aunque sea de mi alma, esa alma que le entregué cada minuto que tuve en esta tierra. Yo, que lo adoré, yo, que siempre hice lo que me pidió, que le busqué súbditos, que le conseguí sangre fresca, sangre humana, que lo alimenté desde niño. Sé que su sola presencia causa tal estupor que el corazón no resiste. Espero que no adquiera su peor forma, espero que no se convierta en...
Sé que en cualquier momento podrá descender de atrás del cuadro, que puede entrar por la puerta, sé que también puede estar escondido dentro de mí. La gente cree que estoy loco, es lo que siempre dicen. Pero es porque no lo vieron a él, porque, perdón, no lo vieron a "Él", que sólo se me aparece a mí. También me prometió que la gente iban a dejar de llamarme loco; que un día de estos iba a ser visible para todos, inclusive para la vecina de enfrente que siempre veía que se llevaba un dedo a la cabeza cuando hablaba de mí. Y los chicos de la vuelta, que siempre se ríen a mi paso. Dijo que iba a acabar con todos los males de este mundo y que no iba a parar hasta sacrificarlos a todos. Que solo los que le habían rendido tributo desde el comienzo de los tiempos se iban a salvar.
Siempre estuve en duda de si podía o no también leer mis pensamientos, pero ahora ya sé la respuesta. Lo supe el otro día, cuando apareció la vecina. Mejor dicho, no apareció, la llamé con el pensamiento. Podía hacerlo, pero tenía que esforzarme mucho. Sabia que tenía que esforzarme mucho, quizás demasiado, y por eso no lo hacía seguido. También escuché que las personas como yo tenían una capacidad mayor, poderes desde hacía muchos siglos, que podría trastocar los tiempos, mover los objetos a voluntad, inclusive era capaz de infundir el más grande de los respetos. Pero ya no. Lo cierto es que a los dos o tres días de pensar en ella constantemente, la vecina apareció y con ella alguna esperanza mía de salir de todo esto. Entonces, la hice pasar a casa. Para qué, fue un derroche de sangre en vano. Una muerte inocente más. Él me dijo que no quería a nadie en casa, que no hiciera pasar a nadie más, que aún no tenía hambre. En verdad, pensó que la había invitado para ofrecérsela en sacrificio, pero yo lo único que quería era hablar con alguien. ¡Es que me siento tan solo! Lloro por las noches. Aúllo a veces. Pienso en mi otra vida, en cuando tenia una familia, aunque enseguida recuerdo que siempre fue así, que desde un comienzo me cuidó él, que me confundo, me equivoco, mezclo realidad con fantasía. Pero igual, tengo varios recuerdos vagos y una mínima esperanza de que esto no haya sido siempre igual, que alguna vez haya sido querido, de que no he nacido de la nada, que he tenido progenitores, aunque la idea de que Él haya sido siempre mi único progenitor me aterra...
Sé que la gente me ama, la gente me adora, me santigua, me santifica. Sé que se consagran a mí, que hay lugares en los cuales semana tras semana se realizan ofrendas hacia mi persona. Creo que en parte Él está más celoso de mí por eso. Me contaron también que miles de personas lo adoran a Él, especialmente en Turín, pero parece que muchas más me quieren a mí. Él no entiende eso. No entiende cómo es posible que se hayan trastocado los valores, cómo es posible que lo consideren el malo y a mí el bueno. No lo entiende. ¿Cómo es posible eso?, me dice, cuando él siempre fue un admirador de los hombres, de la belleza humana, cuando él siempre estuvo con ellos desde el principio de los tiempos, cuando él siempre supo perdonar todos los grandes pecados de la humanidad. A veces se ríe de quién escribió ese libro grandote que muchos llaman "Biblia" o Torá, se ríe como un loco, me cuenta cómo han trastocado, cómo han invertido los papeles. Me dice que a mí me han dado el rol de Salvador, de Mesías, creen que yo voy a volver a redimirlos, cuando Él y yo sabemos muy bien que yo sin Él no existiría, sin mi creador. Él es grande y fuerte, yo por el contrario, soy pequeño y débil. Eso no quita que de vez en cuando Él se duerma a la noche, o se eche una siesta por la tarde, y yo aproveche y me escape y haga de las mías por el mundo. Pero no puedo hacer demasiado, ya que por mucho que lo odie, por mucho que odie todo el mal que él causa en el mundo, Él es mi Dios, mi creador, el creador de todo el universo. Aunque, vaya extraña paradoja, los hombres me llaman Dios a mí. Y a él no lo llaman más que Ángel Caído, Mefistófeles o Satán.

Texto agregado el 15-08-2007, y leído por 138 visitantes. (1 voto)


Lectores Opinan
16-08-2007 excelente! mis estrellas para ti. kyria
16-08-2007 Muy buen relato. Está muy bien escrito y la historia es inquietante. marielavit
 
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