Llueve, sí, llueve mucho.
Necesitaba esta agua,
necesitaba esta tormenta
-para no escuchar
los cantos de sirenas-
lluvia que asola,
lluvia que me arrasa
-me arroya y devasta-.
Destruir mi cuerpo
y así volver a tenerlo.
Volver con jazmines
-pequeñas pero intensas-,
volver con rosas
-fragantes y bellas-,
volver con sueños
-nuevos sueños o ¡eso espero!-,
volver y traer el calor
-estío que no termina de llegar-
bailar mucho bajo las gotas
-gotas saladas, dulces, agrias,
pero no amargas, esas no,
¡esas no las quiero!-,
arrobarme bajo los hechizos
-encantamiento, magia, embeleso-,
ser rocío y corriente de ríos
-escondidos bajo las faldas de la tierra-,
bajar y subir o subir y bajar
-lo mismo me da mientras cambie,
mientras me renueva y crezca-.
Movimiento, impulso
-aguacero o temporal,
agua o mar pura-,
renacer y ser ave fabulosa
-fénix de colas púrpuras e índigas-
y flores quiméricas
-de fragancias inimaginables,
formas imposibles
y colores ficticios-.
¿Seré?
Sí, seré todo eso y más.
Imágenes oníricas de vuelos
alucinaciones y anhelos
-pasión, deseo, ansia,
frenesí, delirio, furor-.
Sí, seré, soy......
|