Cuéntame de los años que perdí.
Que me perdí;
Los jóvenes ya no lo son.

Viví en batallas y fangos
muriendo de hambre y desolación.

Entonces: Cuéntame todo lo añorado
todo lo que en mi juventud llegue a perder.
Crecí como hombre entre balas y granadas
nade en ríos infestados de cadáveres y minas.
Camine entre la maleza para poder matar (vivir):
Entonces: Cántame una tonada que sepa a vida.

Cuando llegues al fuego que enciendes, y te ama,
aquel que todos los días tienes en los momentos que lo deseas:
Cuéntame de lo muertos que te entregamos.

Cuando tus hijos lleguen al final de sus estudios
cuando tengan amores escondidos
cuando lloren de alegría:
Acuérdate que nosotros luchamos por eso.
y más de alguno ni recuerdos quedan.

Y viene el tiempo, el maldito tiempo del olvido
y nos recriminan por lo puentes volados
y me reclaman por las noches sin bujías
y nos reclaman por la leche que agria se puso
y me lloran por las balas desperdigadas.

Crecí entre fangos y batallas
entre los cadáveres de mis hermanos, encontré una carta anónima.
Luche en noche y verano, entre la mula y los toros nos solapabamos
y hoy,
hoy, me reclamas la pobreza que vivimos
sin ver atrás que es mejor la pobreza que la esclavitud.

Eres libre y así me fui buscando la libertad; que hoy reniegas.

Y cuando regreses al suelo amado ponte una mano en el corazón
y recuerda que muchos;
muchos, murieron para que eso sucediera.

Pero de igual manera,
cuéntame los años perdidos de mi juventud,
de las canciones y las novias,
de los toros y la fiestas,
de los entierros de los padres,
y sobre todo;
de ti;
que libre eres,
pobre,
pero libre
debido a todos aquellos que les escribo
y hoy son parte de la tierra fecunda que te alimenta en libertad.